¿Cómo se inventó el tarot?

El tarot es una baraja de naipes a menudo utilizada como medio de consulta e interpretación de hechos (presentes, pasados o futuros), sueños,​ percepciones o estados emocionales que constituye, además, un tipo de cartomancia.

Sus orígenes datan al menos del siglo XIV. La técnica se basa en la selección de cartas de una baraja especial, que luego son interpretadas por un lector, según el orden o disposición en que han sido seleccionadas o repartidas.

La baraja de tarot está compuesta por 78 cartas, divididas en arcanos mayores y menores. La palabra «arcano» proviene del latín arcanum, que significa «misterio» o «secreto».

Orígenes del tarot

Las primeras referencias al tarot aparecen en el siglo XV en Italia. La baraja más antigua es el tarot del duque de Milán, Filippo María Visconti (1412-1447), hoy día en la Biblioteca de la Universidad Yale.

Es conocida actualmente como la baraja Visconti-Sforza, posiblemente para celebrar el casamiento de su hija Bianca Maria con su sucesor el futuro duque Francisco I Sforza.​

De acuerdo al historiador italiano Giordano Berti, algunas imágenes del tarot de Filippo María Visconti son iguales a las de otra baraja diseñada por el duque en 1415: el juego Los XVI Héroes.

En estudios realizados por ocultistas de los siglos XVIII y XIX, como Antoine Court de Gebelin, Eliphas Levi y el doctor Gérard Encausse (Papus), se intenta demostrar la conexión existente entre el tarot y la cábala, así como con el simbolismo egipcio.

Según plantean los investigadores Daniel Rodes y Encarna Sánchez, el origen del tarot habría que buscarlo entre los cátaros medievales y la cultura occitana, cuya filosofía encaja perfectamente en la idea básica del juego de tarot.​

Así, la presencia de una papisa, la importancia de los personajes femeninos y claras referencias a un cristianismo distinto al de la ortodoxia romana harían pensar en un uso original del tarot como una transmisión de un conocimiento filosófico, si bien con el paso del tiempo pasarían a ser usadas como un sistema adivinatorio.

Pero la papisa fue, en realidad, un símbolo de la fe cristiana, como demuestran numerosas obras de arte de la Edad Media.

Otros autores afirman que los gitanos, en su deambular por los países europeos, promovieron el tarot como un sistema adivinatorio.

Hay, de hecho, quien sostiene que el tarot logró sobrevivir a la Inquisición, ya que los gitanos no representaban objetivos prioritarios de la jurisdicción inquisitorial, por los que ellos, sus conocidas prácticas esotéricas y sus efectos personales consiguieron zafarse de la persecución y la hoguera y llegar hasta nuestros días.

Pero es cierto que los gitanos llegaron a Europa cuando el tarot era ya conocido. Por otra parte, el tarot se juega en Italia desde el siglo XV, y en el siglo siguiente se propagó en muchas regiones de Europa: en primer lugar Francia, después Suiza, Bélgica, Alemania y Austria. La adivinación con el tarot aparece con seguridad en Italia y Francia en el siglo XVIII.

Parece que los motivos específicos por los cuales fueron añadidos los «triunfos» a la estructura del mazo corriente de cuatro palos de 14 cartas, eran ideológicos.

La idea sería constituir un sistema particular de enviar mensajes de diferente contenido; los primeros ejemplos conocidos exhiben ideas filosóficas, sociales, poéticas, astronómicas y heráldicas.

Por ejemplo, así como un grupo de antiguos héroes de la Antigua Roma, Grecia, Babilonia, como en el caso del Tarot Sola-Busca (1491)7​ y el poema de Boiardo Tarocchi (producido en una fecha desconocida entre 1461 y 1494).

Por ejemplo, el mazo conocido más antiguo, existente solamente por la descripción en el breve libro de Martiano, fue producido para mostrar el sistema de los dioses griegos, un tema muy de moda en Italia en ese tiempo.

Su producción bien puede haber acompañado una celebración triunfal del comisionado Filippo Maria Visconti, duque de Milán, o sea que el propósito de ese mazo fue expresar y consolidar el poder político en Milán (como era común en otras obras de arte de esa época).

Los cuatro palos mostraban aves, motivos que aparecían regularmente en la heráldica de los Visconti, y el orden específico de los dioses da fundamento para asumir que el mazo estaba pensado para demostrar que los Visconti se identificaban como descendientes de Júpiter y Venus (que no eran vistos como divinidades pero endiosados como héroes terrenales).

El historiador italiano Giordano Berti supone que fue el propio duque de Milán, Filippo Maria Visconti, el inventor del Tarot. Stuart Kaplan, un reconocido experto en el Tarot, dice que todo el simbolismo del Tarot tal como lo conocemos hoy en día se desarrolló del Tarot italiano.

Durante mucho tiempo las cartas de tarot permanecieron como un privilegio de la clase alta y, aunque pueden rastrearse hasta el siglo XIV algunos sermones que arrojaban invectivas contra el demonio inherente a las cartas, la Iglesia católica y la mayoría de los gobernantes civiles no condenaban habitualmente las cartas de tarot en los primeros tiempos de su aparición.

De hecho, en algunas jurisdicciones las cartas de tarot estaban específicamente exentas de normas legales que, por el contrario, prohibían el juego de cartas.

Relación del tarot con las barajas ordinarias de naipes

Esta vinculación está poco documentada. Los mazos ordinarios aparecieron por primera vez en la Europa cristiana, en los reinos de la península Ibérica (muy probablemente traídos de Oriente por los árabes), ya que el Consejo de Ciento, prohibió los juegos de cartas en 1310, en Barcelona,​ fecha de la que data la primera evidencia documentada conocida de su existencia.

Mazo de cartas de tarot Visconti-Sforza

Las primeras fuentes de Europa describen un mazo con las 56 cartas típicas (1 al 10 y cuatro figuras), como un mazo moderno sin comodines. Los palos eran cimitarras, bastones, copas y monedas. Estos dibujos evolucionaron rápidamente hacia los palos básicos latinos: espadas, bastos, copas y oros, que se usan todavía en los mazos de naipes tradicionales españoles e italianos.​

Desde 1377 en adelante puede fijarse, con alguna certeza, una difusión mayor de los naipes en Europa.

Arcanos mayores

Los 22 Arcanos Mayores se conocen como triunfos (atouts, en francés; atutti en italiano), lo que significa «por encima de todo».

El nombre de arcanos mayores es usado en la práctica esotérica; el nombre de triunfos mayores es usado en el tarot como juego, en el que solo se muestra el número romano en cada carta, más una decoración que es la misma en cada una.

En las variedades para la interpretación esotérica, cada arcano representa una imagen de carácter arquetípico, con numerosos simbolismos.

Aunque existen mazos que tienen el número y el nombre, los tarots más viejos no tienen ni número ni nombre para estos arcanos. Asimismo, no tienen un orden predeterminado.

Uso adivinatorio de las cartas de tarot

A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX las cartas del tarot fueron asociadas al misticismo y a la magia. La tradición comenzó en 1781, cuando Antoine Court de Gébelin, un clérigo suizo y francmasón, publicó Le Monde Primitif, un estudio especulativo sobre el simbolismo religioso antiguo y sus remanentes en el mundo moderno.

De Gébelin argumentaba que el simbolismo del tarot de Marsella representaba los misterios de Isis y Thoth. Gébelin más tarde afirmó que el nombre «tarot» venía de los vocablos egipcios tar, que significa «real», y ro, que significa «camino», y que el tarot representaba, por lo tanto, un «camino real» a la sabiduría.

Gébelin arguyó estos y similares puntos de vista en forma dogmática; no presentó evidencias para sostener sus argumentos. Además, Gébelin escribió antes de que Champollion hubiera descifrado los jeroglíficos egipcios.

Los modernos egiptólogos nada encontraron en el lenguaje egipcio que sustentara las fantasiosas etimologías de Gébelin, pero estos descubrimientos llegaron demasiado tarde. Cuando se dispuso de los auténticos textos egipcios, ya estaba firmemente establecida la identificación de las cartas del tarot con el Libro de Thot egipcio en la práctica ocultista.

Aunque las cartas del tarot se usaban para predecir la fortuna en Bolonia, en el siglo XVIII, fueron publicadas originalmente como un método de adivinación por Jean-Baptiste Alliette, también llamado «Etteilla», un ocultista francés que revirtió las letras de su nombre y trabajó como adivino poco antes de la revolución francesa.

Etteilla diseñó el primer mazo de tarot esotérico y añadió atribuciones astrológicas y motivos «egipcios» a varias cartas, alterando muchos de los diseños marselleses y añadiendo significados adivinatorios en el texto de las cartas.

Los mazos de Etteilla, aunque ahora eclipsados por los ilustrados de Smith y Waite y el mazo «Thoth» de Aleister Crowley, aún se encuentran disponible.

Más tarde, Marie-Anne Le Normand popularizó la adivinación y la profecía durante el reinado de Napoleón I. Esto se debió en parte a la influencia que tuvo sobre Josefina de Beauharnais, la primera esposa de Napoleón. Sin embargo, ésta no usaba el tarot habitualmente.

El interés en el tarot para la adivinación a cargo de otros ocultistas llegó después, durante el auge de los herméticos, de la década de 1840, en la cual (entre otros) estuvo involucrado Víctor Hugo.

La idea de las cartas como clave mística fue desarrollada posteriormente por Eliphas Lévi y pasó al mundo de habla inglesa por la Orden Hermética del Alba Dorada.

Lévi, y no Etteilla, es considerado por algunos el verdadero fundador de las escuelas más contemporáneas de tarot; su Dogme et Ritual de la Haute Magie, de 1854, introdujo una interpretación de las cartas que las relacionaba con la Cábala.

Aunque Lévi aceptó las afirmaciones de Court de Gébelin sobre un origen egipcio de los símbolos de las cartas, rechazó las innovaciones de Eteilla y su mazo alterado y arregló en su lugar un sistema que relacionaba al tarot, especialmente al tarot de Marsella, con la cábala y con los cuatro elementos de la alquimia.

Por otro lado, algunos significados adivinatorios de Etteilla todavía son usados por algunos lectores de tarot.

Psicología

Aun cuando es conocido el interés que el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung mostró por diversas mancias, como el I Ching,​ la astrología​ o el significado del tarot, no escribió obra o tratado alguno sobre este último, y se ciñó a esporádicas alusiones contenidas en sus obras completas.

Como suele ser habitual, serán realmente sus discípulos quienes desarrollarán y amplificarán los fundamentos arquetípicos junguianos, así como su principio de sincronicidad en el tarot, de entre los cuales destaca la analista Sallie Nichols y su obra Jung y el tarot.

Un viaje arquetípico. En ella se reitera ya desde el mismo prólogo el uso que hace Nichols de la obra junguiana para desarrollar su propia propuesta del tarot, integrando psicología analítica y dicha mancia.

En virtud del principio de sincronicidad por él postulado, la psique humana es capaz de intuir el presente, el pasado y el futuro del «continuum» espacio-temporal en el momento de la tirada de cartas.

Dicho de otro modo, en el momento de la echada de cartas, las imágenes simbólico-arquetípicas resultantes de la tirada mantienen una relación sincronizada con acontecimientos pasados, presentes y futuros.

Desde la perspectiva junguiana, las cartas del tarot se ven a su vez como representantes simbólico-arquetípicos de tipos fundamentales de personas o situaciones del inconsciente colectivo.

La carta del Emperador, por ejemplo, representa posiblemente la figura del patriarca o del padre, la autoridad en el plano temporal en general, mientras que la carta del Papa representa la autoridad en el plano espiritual, la sabiduría teológica, etcétera.

 

 

 

Fuente: Wikipedia

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