Es Impresionante el poder que tienen sobre nosotros los comentarios de ciertas personas, en especial de aquellas con las que mantenemos un vínculo afectivo.
Un comentario crítico, negativo o descalificador, dicho, inclusive, sin la intención de herirnos, puede amargarnos, deprimirnos, entristecernos y hasta marcarnos emocionalmente para el resto de nuestra vida. De allí la importancia que tiene el que tomemos conciencia del poder y el efecto que causan nuestras palabras sobre otros y, al mismo tiempo, sobre nosotros. Con ellas podemos influir en la actitud y el comportamiento de otras personas de forma positiva o negativa. Podemos animarlas, inspirarlas, fortalecerlas y empoderarlas para que tomen las riendas de su vida y busquen las herramientas o los recursos necesarios para conseguir sus metas personales, pero también podemos desanimarlas, desvalorizarlas, atemorizarlas y hasta agredirlas solo con un comentario y la emoción negativa que lo acompaña.
En la mayoría de los casos estamos acostumbrados a hablar sin ninguna conciencia de las palabras que usamos, de las frases o los comentarios que repetimos con frecuencia y del posible efecto que causarán en otros. Inclusive tenemos problemas de comunicación con algunas personas y, en lugar de revisar lo que les decimos y cómo lo hacemos, pensamos que ellas son las culpables de los conflictos que mantenemos. Cuando un desacuerdo o un malentendido se repite varias veces entre nosotros y otra persona, deberíamos, en lugar de culpar al otro, tomarnos unos minutos para reflexionar sobre lo sucedido, revisar lo que dijimos, la forma en la que lo hicimos y el tono emocional que nos acompañó en ese momento, porque así, tal vez, podríamos descubrir que somos parte de ese conflicto.
Para cuidar nuestras palabras:
• Tómate unos segundos para pensar antes de hablar. Pregúntate siempre antes de hacer un comentario si con él vas a poder aportar algo a la relación o a la situación. No te dejes llevar por la emoción, el estrés o la ansiedad que puedas experimentar, aclara la mente y escoge la mejor manera de decirlo.
• Serena tus emociones. La mayoría de las veces nos dejamos llevar por las emociones negativas al momento de expresarnos. La próxima vez que vayas a decir algo y te sientas un poco alterado, tómate un par de minutos para tranquilizarte, para pensar en lo que quieres decir y para escoger las mejores palabras para hacerlo.
• Elige las mejores palabras. Cuando conoces y utilizas las palabras adecuadas para expresar lo que quieres transmitir, la comunicación se suaviza y logra su cometido. Así que aclara tu mente y escoge la mejor manera de decirlo. Evita utilizar malas palabras y averigua el sentido de cada una antes de usarla.
Fuente Reinaldo Dos Santos