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El origen de los mándalas

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Esta investigación es producto, no solo de más de 20 años ejerciendo como Astróloga, sino indagando en Venezuela, tierra de innumerables encantos naturales, poseedora de una cascada que asienta la caída de sus chispas cristalinas sobre un lecho de Jaspe Rojo. También, otros países con emblemáticas piedras, resinas y cristales. Argentina, orgullosa depositaria de su piedra nacional La Rodocrosita y la diversidad de sus calidades; República Dominicana, territorio exclusivo del bellísimo azul celeste del Larimar, y del misterioso Ambar azul; de Perú, y su legendaria piedra serpentina presente en Machu-Pichu, de Méjico y sus infinitas obsidianas y poderosos Ónix Negros.

Es fruto del estudio de otras culturas y filosofías y sus puntos de encuentro con la astrología, de estos últimos 3 años de retiro, de recuperación, de mis viajes a Brasil, de la resonante vida en Río de Janeiro y su imponente riqueza mineral, plasmada en la belleza de sus Cuarzos Citrinos, Cristales y Amatistas; a Francia, en especial París, tierra de mi infancia, de apertura y acogida de diversos simbolismos, al cual añade a las joyas y todo producto del Reino Mineral, propio o ajeno, el exquisito gusto de su gentilicio. Y a los EEUU, donde conecté de cerca el aporte de los budistas tibetanos y sus Mandalasen Boulder, Colorado y la inmensa colección expuesta por el Smithsonian. En Washington, DC, de las extrañas cristalizaciones presentes en Arizona y todo su extenso territorio.

Con respecto a los mándalas, mi arqueo de fuentes, me llevó al origen sánscrito, hinduista, budista, tibetano, azteca, maya; australiano por los rituales de sus aborígenes, norteamericano, por el uso que hicieron de ellos los indios Cherokees (esto por mencionar solo algunos lejos de nuestras fronteras).

Durante mi trabajo para la Sociedad de Ciencias Naturales de la Fundación La Salle y el Instituto Caribe de Antropología y Sociología, vi con sorpresa la valiosa colección documental, que muestra la presencia de una cultura mandálica en las etnias indígenas venezolanas: los Wayú, Pemones, Yanomamis,Kariñas, entre otros. Mi pasión escorpiana, de buscar más allá de lo aparente, me llevó a conocer el Tablero u Oráculo de Ifá, que es un complejísimo y milenario sistema mandálico Yoruba, no muy bien conocido, quizá por la intervención del sincretismo en América y la escasa bibliografía de primera fuente. El indiscutible aporte del psiquiatra suizo Carl Jung, cuando los aplica a sí mismo y logra recuperarse de las terribles experiencias de la Primera Guerra Mundial, dibujando Mándalas y posteriormente aplicándolos a sus pacientes obteniendo curaciones sorprendentes.

Esto es el resultado de la oportuna intervención de la ciencia y sus herramientas tecnológicas, de las múltiples y espectaculares experiencias vivenciales de sanación, que recibí, dentro y fuera de Venezuela. Todas ellas en comunión con el Cosmos, los reinos minerales, vegetales y florales de nuestro Planeta y las diversas terapias como la Acupuntura, la medicina tradicional China, la homeopatía, las universales meditaciones, respiraciones, masajes, visualizaciones, terapias de respuesta espiritual y la sabiduría ancestral de los Yorubas, entre otras.

Del estrecho intercambio con mis consultantes, adultos, niños, adolescentes, y con mis médicos y terapeutas, que trascendieron el estadio inicial que nos vinculó, en una relación de fraternidad. De la herencia creadora de mis padres, de la infinita fuente de amor de la maravillosa Alba Gabriela, encarnada como hija. Del equipo internacional e infinitamente solidario que me apoya y patrocina desde hace tres años. De mis almas gemelas. Y finalmente, de la Sabiduría Divina que me salvó.

Fuente Albanela Ravelo / Revista Dominical

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