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El psicólogo Joan Garriga refiere que para que las cosas circulen sobre rieles entre las personas, nadie debe sentir poder sobre el otro, sino que, debe contribuir a que el otro alcance, el máximo en sí mismo.
Toda lucha de poder mina cualquier relación, ya que la misma empieza a ser desigual y más competitiva, por lo que se rompe la franqueza y la dicha del vínculo profundo, aunque éste perdure en el tiempo.
Un ejercicio interesante es mirar a ese otro y preguntarse, de forma honesta y humilde si realmente te sientes superior, igual o inferior. Pero no en un campo determinado, como por ejemplo: cocinando, haciendo sudokus o trotando. Me refiero a lo esencial, a lo más íntimo de nuestra verdad interior.
Vivimos inmersos en un paradigma competitivo, de lucha, de imposición, de envidias, de pasiones bajas, que están gobernadas por nuestro ego y que tomamos como natural, empero, la genuina grandeza se encuentra para todos por igual ya que, cada ser humano posee en su interior una integración de su mente racional, sentimientos, intuición y espiritualidad.
Fuente Franca Tezza / Estampas
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