Formas para meditar y domar el ego

Para meditar el gran problema es la distracción. Nos ponemos toda clase de excusas, y el punto es que no importa si son las 2 de la mañana o si trabajamos 14 horas: uno tiene que sentarse, aun sin ganas, y poner la mente en sus carriles.

Con tanta distracción somos menos disciplinados, sobre todo si vivimos en la ciudad. Por eso, cuando vamos al campo, a la playa o a algún lugar más tranquilo, inmediatamente sentimos la cabeza más descansada y enfocada.

En el budismo hablamos de domar la mente, porque es totalmente salvaje. Si la dejamos, hace lo que quiere, y la forma de domarla es con disciplina.

 

¿Y cómo domamos el ego?

La meditación es siempre el hilo conductor. A través de ella entramos en contacto con nuestro yo más profundo y con nuestra naturaleza pura, que no es egoica.

Además, empezamos a entender que las cosas no son de una sola manera ni como nosotros pensamos.

Tenemos miedo porque no nos identificamos con nuestra bondad fundamental.

 

¿Cómo sabemos si meditamos bien?

Meditar es el propio acto de acostumbrarse a meditar. Entonces, no importa cómo lo hagamos, lo importante es hacerlo. Si te enganchas con tus pensamientos, volvés a tu punto de anclaje, que es tu respiración, y así sucesivamente. Con el tiempo, uno se distrae menos.

¿Qué podemos hacer contra la ira?

Los venenos mentales tienen su antídoto. El de la rabia es el amor y la compasión; el de la envidia, el regocijo por el bien del otro; el de la avaricia, la generosidad; y el de la irritación, la paciencia.

Cuando nos sobreviene una de estas emociones, podemos hacer una meditación visualizándonos teniendo una reacción positiva.

Tenemos que entender que la gente hace lo que hace por ignorancia, por lo que lo mejor es sentir hacia esa persona ecuanimidad y empatía. No arrogancia, sino empatía, como la que nos genera un niño.

 

 Catálogo de meditación

Fuente: Daniela Chueke Perles / Inés Pujana / https://www.lanacion.com.ar/

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