Hablando es como se hace el amor

hace el amor, Palabras, magia, conversaciones, Reinaldo Dos Santos

Se concibe el amor hablando. Pero no conversando solo con palabras, hablando con nuestro cuerpo, nuestra actitud, nuestra lengua, nuestras miradas… Porque no logramos oprimir una expresión tan intensa a un solo acto sexual.

Hacer el amor es concebir poesía, con nuestro cuerpo y con nuestra mente, con todo nuestro ser. Ya que el amor se hace con cuerpos y almas enlazados, unidos en su máxima expresión emocional.

Así que sí, estuvo acertado Lacan cuando dijo que está claro, que es hablando como se hace el amor. No se consigue domar el amor a un “simple” acto carnal, pues es con la mirada, con el ser, con un “todo tú y todo yo” como se comunica la ternura, el misterio y la instancia del deseo.

El erotismo detrás de miradas

No te desnudas totalmente hasta que el erotismo de las miradas prevalece la barrera carnal. Nos cautivamos a través de numerosos actos, enlazamos a través de las emociones, nos rodeamos a partir de las etiquetas que el buen concebir del amor nos instiga a crear.

Es difícil de deleitar este concepto en una sociedad que ha admitido una educación coito-céntrica. Nos han educado que correspondemos llegar a hacer el amor con el mero contacto sexual. Pero no, el contacto sexual es solo una parte de hacer el amor.

Normalmente nos facilitamos cuenta de esto cuando algo falla, cuando nos brincamos ese paso y algo va mal, cuando no dialogamos con el cuerpo ni con las miradas o las caricias. En aquel momento, haciendo ponderación de nuestras necesidades emocionales, lo informamos polarizado.

Nos concebimos creer que el error está en nuestro cuerpo cuando no hemos dejado que nuestra mente se conecte. Nos desconocemos que los preliminares no son cosa de 30 minutos, sino de muchas horas. Y, sin duda, de algo mucho más interno que el tiempo, algo que nos concierne por entero y que correspondemos hacer por vigilar.

A pesar de la reflexión que se abre paso entre estas palabras quiere recalcar que HACER EL AMOR NO ES LO MISMO QUE TENER SEXO. Claramente, no. Al menos no desde la idea del amor que colaboramos culturalmente. Tener sexo puede concebirse como amar la piel del otro, pero no su interior o, al menos, no un interior que vaya más allá del contacto que se encarna en esencia.

Fuente Reinaldo Dos Santos

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