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Haciendo el bien al enemigo

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Hacer el bien al enemigo es algo bastante controversial, pues nos han enseñado que el mal debe ser castigado con todo el rigor. En palabras sencillas, diremos que el bien es todo aquello que nos produce sentimientos, eventos positivos y el mal todo aquello que nos produce sentimientos, eventos negativos.

Hasta aquí vamos entendiendo, pero como podemos hacerle el bien al enemigo y por qué. Cuando alguien nos hace una acción que nos produce malestar, la reacción que sale de nosotros es malestar y energía negativa. Acción y reacción, quedan conectadas por este sentimiento y por supuesto genera poderío en quien realizo la acción. Como? Y donde queda el castigo y la justicia divina.

El castigo y la justicia divina llegan en el justo momento en que la persona afectada decide invertir la polaridad de lo recibido. Vamos a dar un ejemplo: Una persona roba a otra, el que roba entrega energía negativa a la otra, a través del vacío y escasez, esta segunda lo recibe y la magnífica con su tristeza, ira y vacío. Para la primera, esta vibración le da más poder, aunque no lo parezca y sus actos malignos van creciendo, aunque cuando su alma no lo disfruta, sus actos aumentan generando más robo y más acumulación en él. Para la segunda, el vacío aumenta proporcionalmente a los actos del primero. Esto hay que leerlo varias veces para comprenderlo.

Ahora, si la persona que es robada, cambia el vacío que le han entregado conectándose con la abundancia, positivismo, aunque sea solo en pensamiento, esta energía totalmente distinta repercute en la persona que robo, minimizando su mal y allí llega la justicia divina. En ese instante, esta persona comienza a conectarse sin saberlo con la energía positiva y todo lo que venía de malas acciones desaparece, comienza a sentir culpa y esta culpa lo lleva a conectarse con la justicia.

Es por ello, que en la actualidad, vemos como el mal o mejor dicho, la energía negativa ha aumentado de manera drástica, porque le respondemos con la misma vibración. Es recomendable que cuando alguien nos haga una mala acción, le respondamos con una bendición, una sanación, una oración, etc., que despierte una carga positiva. A esto se refería Jesús cuando decía poner la otra mejilla, no significa que dejemos que hagan con nosotros cualquier maldad. Significa que a todo mal respondamos con bien, ni siquiera tenemos que hablarle o contactarle físicamente, solo se trata de sanar el agente que está enviando el mal.

No lo creas, hazlo como parte de un experimento. Cuando alguien te haga una mala acción, haz un ritual del bien, en forma de una sesión sanadora, si eres sanador. En forma de ritual, oración o solo bendiciones. Observaras que la persona, minimiza su poder y comienza a tener un cambio, inclusive le llega sin entender la corrección del error, a veces tiene que desaparecer del entorno frecuentado o hasta pide el perdón.

Nunca jamás, el mal se combate con mal, por eso vemos guerras, muertes y etc., etc., porque creemos que la violencia vencerá a la violencia, creemos que la traición será borrada con más traición. Si un país se une a combatir la corrupción con más corrupción, solo se obtiene un caos divisorio de magnitud devastadora.

Es importante, que se entienda que el bien es justo y perfecto, es todo lo que nos hace sentir felices y completos, no tiene que ver con venderse y agachar la cabeza ante el mal, que es todo lo que nos hace sentir incompletos y molestos. El concepto de bien y mal, al igual que luz y oscuridad es relativo, sin embargo, el Ser interno sabe cuándo está en su verdadera esencia y cuando no. De eso se trata la enseñanza de experimentar y seguir, no quedarse en el círculo vicioso de culpa y castigo, manejadas desde la oscuridad. Ninguna oscuridad puede ser combatida con más oscuridad, ninguna luz puede brillar en un ambiente totalmente iluminado. Es momento de reflexionar acerca de esto, pues los tiempos están dados para ello, los países están viviendo exactamente todo un panorama que nos lleva irremediablemente a aprender a manejar el mal con bien y a reconocer donde comienza y termina tanto el bien como el mal, a reconocer cuanto bien y cuanto mal hay en cada uno de nosotros y el porqué de esta dualidad.

En resumen, al hacer el bien a tu enemigo, lo castigas aunque ya al final no lo desees. Aunque sepas de muy buena fuente que no existe el castigo sino la corrección de errores. Y si esto te mueve de manera enérgica y cuestionadora, excelente, vas por buen camino. Vive.

Fuente Ada Addais / Wicca Reencarnada

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