Los cuencos tibetanos son tradicionalmente parte de la práctica religiosa hindú y budista. Funcionan como una especie de campana invertida, en la que un mazo de madera se frota alrededor del borde del cuenco para producir un sonido vibrante. Una campana también puede golpearse en el borde del cuenco para producir una sonido resonante. Los practicantes del hinduismo, el budismo y las religiones de la nueva era utilizan cuencos cantadores para apoyar la meditación y la concentración espiritual, para ayudar a la sanación personal y para producir un estado de relajación.
Masaje sonoro
El que va a recibirlo se sitúa acostado en el centro de una rueda de cuencos tibetanos, ordenados según el objetivo buscado (relajación, energetización, armonización) La vibración se transmite, por resonancia, activándo la energía al cuerpo y a la mente. El resultado es similar al de un masaje realizado con las manos, siendo sus efectos, en este caso, más psíquicos que corporales; aunque afectan también a las funciones somáticas.
Cuencos y meditación
Los cuencos tibetanos también son utilizados como apoyo a la meditación. En este sentido nuestra experiencia es que efectivamente aclara y limpia la mente de pensamientos residuales, acrecientan la atención, volviéndonos más sensibles y perceptivos.
Las culturas más antiguas de oriente, consideraban que la enfermedad tiene sus raíces, en un desequilibrio energético, puesto que el universo vibra en una constante, cada átomo, cada célula, cada órgano produce un sonido debido a su movimiento y ritmo. Ellos vibran a una determinada frecuencia y en su conjunto en armonía con todo el cuerpo.
Cuando la frecuencia es distorsionada, la armonía se rompe y es donde aparece la enfermedad.
La resonancia nos dice que es posible modificar estas frecuencias discordantes, por medio de la emisión de otras frecuencias, a través del sonido y la vibración.
Los cuencos de cristal de cuarzo, como los tibetanos (metálicos 7 metales) emiten un modelo de onda alfa similar a la que emite el cerebro en sus estados de quietud y meditación, favoreciendo la producción de linfocitos T, los cuales aumentan nuestro sistema inmunológico. Permitiendo que nuestro cuerpo vibre en la misma sintonía que el cuenco.
La vibración y el sonido de los cuencos, trabajan sobre nuestro cuerpo energético, equilibrándolo a través de cada uno de los chakras, limpia nuestro campo áurico. En la parte física, nuestra estructura ósea y por sobre manera nuestra columna vertebral es el vehículo de resonancia que hace extensible a cada órgano cada célula de nuestro cuerpo por medio del sistema nervioso la vibración que restablece la perfecta armonía. Destrabando bloqueos, en el cuerpo sutil y físico, armoniza el sistema cristalino de nuestro esqueleto y tiene efectos benéficos en contracturas musculares, artrosis, depresiones, problemas circulatorios, neuronales,stress, y muchas otras afecciones.
Los cuencos, nos conectan a través del sonido y la vibración con nosotros mismos y con el universo alineándonos en una perfecta armonía.
Te voy a dar ciertas recomendaciones para trabajar con el cuenco :
1- Ve a una parte tranquila ,cualquier lugar donde estés lejos de la circulación general y el ruido de la gente.
2-Instálate en una posición cómoda, ya sea en una silla o en el suelo, con las piernas cruzadas una sobre la otra en posición de loto.
3- Sostén el cuenco tibetano en la palma de tu mano izquierda y golpea suavemente una vez el borde del cuenco con el mazo colocado en tu mano derecha.
4- Deja que el sonido resuene hasta el final. Mientras escuchas, trata de aquietar tu mente de los pensamientos cotidianos.
5- Continúa vaciando tu mente de pensamientos mientras el sonido se desvanece. Relaja los músculos de tu cuerpo, uno por uno. Continúa con este estado de relajación durante el tiempo que te sea cómodo.
6- Levanta el cuenco y el mazo. Pasa el mazo suavemente alrededor del borde del cuenco en la dirección de las manecillas del reloj, con el mazo en posición vertical, hasta que comiences a escuchar al recipiente vibrar con un zumbido.
7- Repite un mantra o una oración corta continuamente a medida que el sonido vibra, manteniendo tus pensamientos concentrados en el sentido de la frase.
8- Deja el cuenco y el mazo. Continúa meditando sobre el significado de la oración o tu punto focal para la meditación del día. Detente cuando tus pensamientos comiencen a divagar.
9- Levanta el cuenco y el mazo, y golpea el borde una vez para completar la sesión de oración y meditación.
El cuenco en su resonar nos invita a conectarnos con la sabiduría interna de cada uno de nosotros, limpia, activa y nos reconecta.
Fuente Meredith Montero