insomnio, emociones, psíquico, principio, ancestral, Reinaldo Dos Santos
El insomnio se precisa como la conflicto para concertar o conservar el sueño, despertarse durante la noche, o despertarse muy anticipado por la mañana antes de lo planeado.
Sin embargo puede ser procedente digno a que el organismo se localiza en una fase de estrés o conflicto activo, muy a menudo hallamos historias de muertes. Conjuntamente, localizamos problemas en los que hay presente una firmeza a fluir en la vida y a renunciarse llevar, relacionado con lo anterior.
Biológica y arquetípicamente, cuando hay una muerte, nuestro cuerpo nos conserva despiertos para poder así “velar al muerto”. Cuando vigilamos a un muerto, nos cercioramos de que ha fallecido verdaderamente (impidiendo sepelios prematuros) y tomamos un tiempo para despedirnos.
Si sufrimos insomnio debemos examinar…
- ¿Qué fallecido hay en mi familia que no ha sido velado?
- ¿Qué conflicto emocional estoy viviendo?
- ¿A qué relación, proyecto o situación no estoy queriendo velar dándola ya por terminada?
- ¿Qué mensaje importante tengo que conceder antes de partir de esta vida?
- ¿A qué o quién le asumo miedo?
- ¿A qué persona o vínculo muy cercano le temo o dudo?
Si yo exhibo insomnio, simboliza que tengo miedo y recelo de mi entorno más cercano. No me siento segura en el recinto más íntimo. Podría poseer que ver con escenarios de abusos que ocurrieron en el pasado (en el ámbito personal o transgeneracional) que permanecieron grabadas en mi inconsciente y que no me admiten relajarme.
Principio multicausal:
El no ambicionar soltar el control de mi mente para reposar por la noche simboliza que existe un terror instintivo a ser dominado, invadido, violado, atacado. Su origen es multicausal. Si asimilamos el transgeneracional podría estar dialogando de situaciones en las que algún ancestro se localizó sin la posibilidad de dormir tranquilo (época de guerras donde hubo que mantenerse en guardia esperando que en cualquier momento irrumpiera el enemigo). La sensación de no poder bajar la guardia, de no poder aliviarse, de no admitirse reposar podría poseer que ver además con el hecho de vivir en un ambiente familiar tóxico, donde los conflictos entre las partes es tan agudo que se torna inaguantable para la persona, donde el ambiente se asimila a un “campo de batalla”.
Asimismo puede poseer que ver con recuerdos ancestrales de épocas de hambrunas muy grandes, en las cuales hubo que surgir a cazar alimento de noche, para poder sobrevivir. Puede asumir que ver además con el miedo a morir dormido. Con el terror a no poder despedirse de los seres queridos y de no poder decir las últimas palabras, contar secretos familiares que deben ser resguardados y divulgados, información significativa que debe ser comunicada y el miedo coligado a no poder entregar ese mensaje.
A un nivel más espiritual, puede tener que ver con el recelo a efectuar viajes astrales y no poder controlar el retorno al cuerpo. Tiene que ver con la conmoción de no apreciarse lo adecuadamente fuerte espiritualmente y con el miedo a absorber ataques psíquicos derivados de otras dimensiones. Habrá entonces que fortificar el espíritu, enlazarse con otras dimensiones constando en estado de vigilia. A través de destrezas como la meditación, el yoga y/o el mindfulness se puede conseguir una conexión profunda con el Yo Soy ; esto acarreará mayor confianza y paz. Desplegando la compasión y abriendo el chakra del corazón vigorizamos nuestros cuatro cuerpos: físico, emocional, mental y espiritual. Esto a la vez funda seguridad, confianza y fe en los procesos de la vida. Nos beneficia a desprendernos y a soltar la necesidad de intervenir en todo, que es parte del problema de quien sufre de insomnio: la necesidad de controlar lo que sucede a su alrededor.
¿Cómo redimo esa emoción biológica?
Ante todo disfrutará que emprender con un trabajo de “arqueología personal y transgeneracional” para exhumar emociones que precisan ser aprovechadas. Esto se puede hacer a través de un camino de autoconocimiento que por diversas vías se puede lograr: terapia, yoga, meditación, interpretación de sueños, escritura terapéutica, bioneuroemoción o aquél camino que la persona considere más afín.
Fuente Reinaldo Dos Santos
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