Kwan Yin: 8º Principio

Nuestro príncipe sigue su viaje y grandes experiencias va viviendo y aprendiendo, o quizás solo recordando. El inicio de este cuento lo podrás conseguir en este enlace

https://wiccareencarnada.net/2016/04/15/los-10-principios-el-7o-principio-kwan-yin/ y este te llevará hasta el origen del viaje.

El príncipe había aprendido un gran principio. El Amor y la Justicia van siempre unidos; mientras que el primero da cohesión a todos los cuerpos, a todos los átomos, a todo lo que existe en el universo, la segunda, regula sus movimientos y sus asociaciones. El amor es la fuerza que mantiene a toda la creación unida por invisibles lazos, con su creador, y la justicia, regula, con sabias leyes, el movimiento, su evolución y su expansión.

El príncipe guardaba en su mente estos principios y mientras viajaba en su nave, recordaba aquellos lejanos tiempos cuando su viaje iniciaba, cuando todavía era apenas un niño, cuando aún no sabía nada acerca del universo. Recordaba las palabras de su padre |siempre te acompañaré! no importa dónde te encuentres, y esas dulces palabras no lo abandonaban nunca. Igualmente, le había dicho: aquí estaremos esperándote para ese glorioso día en que regreses y te unas a nosotros en nuestro eterno viaje por el universo.

El príncipe se sentía satisfecho, había descubierto ya 7 principios y únicamente le restaban 3, pero algo extraño había pasado en su interior, no sentía prisa, no sentía angustia, los principios que conocía, del universo, le permitían sentirse como en su casa sin importar dónde se encontrara y, de hecho, pensaba: si en este momento quisiera regresar al lado de mis padres no sabría cómo encontrar el camino, tanto he viajado y en tantas direcciones distintas, que no sabría regresar a donde salí; sin embargo, no le preocupaba, pues había aprendido que todos los seres están unidos en el universo y, mientras su nave viajaba hacia ninguna dirección, se encontró a otra pequeña nave que viajaba en sentido contrario, la observó sin darle mucha importancia y de pronto vio como si la nave cambiara su rumbo para tomar justamente el que el príncipe llevaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca se dio cuenta que era un niño el que la tripulaba y le dijo:

_¿A dónde vas viajero del espacio? y el príncipe le contestó:

_A ninguna parte, no tengo destino. El niño, asombrado, le preguntaba:

_¿Cómo es posible que viajes hacia ninguna parte?, debes saber hacia dónde vas.

_No, en realidad no lo sé, pero tampoco me interesa. El niño se sorprendió aún más y siguió preguntándole:

_Mira, yo salí en un largo viaje porque mi padre me hizo algunos encargos, yo tengo que aprender 10 secretos del universo y por eso me encuentro buscándolos, en realidad, no sé si la dirección que llevaba me iba a trasladar hacia donde se encontraban los principios, ¿podría acompañarte?

El príncipe se sonrió para sus adentros y le contestó:

_Claro que puedes acompañarme, pero te repito, no voy hacia ningún lado. El niño seguía preguntando:

_Pero, entonces, ¿qué es lo que buscas, por qué tu nave viaja en esa dirección?

_Mira niño, en cierta forma tu camino y el mío se parecen, sólo que el mío es un camino interior, la nave, no importa hacia dónde se dirija, lo importante es la dirección que yo he tomado dentro de mí mismo; lo que yo busco se encuentra dentro de mí, es por eso que el rumbo de mi nave no interesa. El niño empezaba a confundirse.

_¿Por casualidad, tú no conoces algunos de esos 10 secretos que mi padre me mandó encontrar en el universo? Y el príncipe le contestó:

_Tal vez, pero de nada serviría que te los dijera, tú tienes que descubrirlos por ti mismo, recuerda que tu padre te dijo que no confiaras en extraños, que el conocimiento debería de provenir de ti mismo. El niño, sorprendido, le preguntó:

_Es cierto, eso dijo mi padre, ¿cómo es que tú estás enterado? Y el príncipe le dijo:

_Quizás porque tu padre y el mío se conocen, quizás porque mi padre me dijo lo mismo a mí, quizás porque yo he viajado un poco más que tú y sé muy bien las cosas que tú encontrarás en tu viaje.

_Entonces, ¿no puedes decirme nada de lo que tú has encontrado?

_Sólo te confundirías, sigue el camino que tu corazón te indique y llegarás, inevitable-mente, al descubrimiento de los 10 secretos que tu padre te mandó encontrar.

_Gracias, noble viajero, nunca olvidaré lo que tú has hecho por mí. Y el príncipe le contestó:

_Estoy seguro de que nunca lo harás y quizás, algún día, tú hagas lo mismo con otro.

Y el niño cambió la dirección de su nave para enfilar hacia otro rincón del universo.

El príncipe se quedó meditando, recordaba perfectamente aquel pasaje en donde él se unió a otro viajero y recibió las mismas respuestas que ahora él le estaba dando al niño, y sus pensamientos viajaron muy dentro de sí mismo y una pequeña luz empezó a iluminar todo su ser interior.

El universo no es sino una eterna espiral, viajamos en el espacio en diferentes direcciones, pero los eventos, los acontecimientos, no son sino círculos que se repiten una y otra vez sólo que en diferentes alturas, viajamos evolutivamente en una espiral; el amor nos mantiene unidos, la justicia regula nuestros movimientos y la luz nos indica la dirección. El universo entero no es sino una inmensa espiral en donde todos giramos y giramos y los acontecimientos se repiten y los seres evolucionan pasando por los mismos puntos pero a diferentes alturas.

¿Cuál será el siguiente principio?

El amor y la justicia no son sino dos caras de una misma moneda; el amor universal es el sentimiento que sale de cada uno de nosotros y nos une a todas las criaturas y a todos los seres. Siento un irresistible amor hacia ese niño que acabo de dejar, pero también lo siento por aquellas serpientes que me encontré tiempo atrás, y por aquellos seres que intentaron sacrificarme, por aquel viajero que se encontraba más adelante de mi y por la piedra y por el gigante y por mi padre y por aquellos seres que bailaban incesantemente alabando a Dios, ése es el amor universal, lo que me une a todas las criaturas, a todas las cosas creadas.

Pero, por otra parte, respecto a la justicia divina, esa misteriosa fuerza que impulsó a mi padre a mandarme en busca de los 10 principios del universo, esa fuerza impresionante que me atrajo hacia el hoyo negro, la misma que me impulsó a volar y a nadar, a convertirme en la nada, para entender el principio de los 4 estados de la materia, esa fuerza que regula la evolución de los seres y que ha traído a ese niño hacia mí, nuevamente, repitiendo una escena que ya había vivido, sólo que en un punto más alto de la espiral. ¿Qué es la justicia divina, sino el principio de orden que regula todo lo que existe en el universo?, la fuerza que da origen a todas las leyes bajo las cuales nos movemos. Ahora entiendo a mi padre, él se desprendió de mí a pesar del gran amor que me tiene, él sintió que era su deber y lo hizo en cumplimiento de la justicia divina y, ahora, tan lejos o tan cerca de él, el amor me mantiene unido y la justicia me mantiene en la búsqueda.

_¡Qué maravilloso principio, qué maravillosa lección!, pero, ¿existirá siempre en esa dualidad?, ¿no podrá haber algún punto en donde el amor universal y la justicia divina se unan?

Y, de pronto, mientras el príncipe meditaba, una gran luz se hizo en su interior y empezó a observar como una gran nube en el centro de una visión multicolor, un ser empezaba a formarse, rayos de luz cegadores rodeaban su silueta, nubes en todas direcciones hacían más impresionante la figura que se estaba formando en su interior. Cuando terminó por aclararse, se encontró con un anciano y el príncipe, sumamente inquieto, le preguntó:

_¿Quién eres tú que mora dentro de mí?, ¿quién eres tú, que de pronto apareces ante mí dentro de mis pensamientos?, ¿cómo es que tú no eres un fruto mío?, ¿cómo es que has logrado penetrar hasta este punto que únicamente me pertenece a mí?_ Y su voz, casi como un susurro pero con una majestuosidad impresionante, contestó:

_Tú hiciste una pregunta, yo vengo a contestarla. Estos rincones dentro de ti podrán estar aislados para todos los seres pero nunca para Dios. A lo largo del camino que has seguido has venido escuchando la voz que te hablaba desde el interior, pues bien, es tiempo que conozcas el origen de esa voz.

_Yo soy un enviado, todos los que conocen los primeros 7 principios del universo entran en contacto con el enviado; tú ya has conocido los primeros 7, es el momento de que entremos en contacto más directo.

_A partir de ahora tu camino no estará solo, yo estaré contigo en este lugar en donde me has descubierto. Yo te guiaré, soy la síntesis del amor y la justicia, porque, más allá de todas las dualidades existen las fuerzas de unidad, el universo es binario en esencia, “todo lo que es uno se divide y todo lo que se divide se unifica”. No lo olvides, el amor y la justicia se unen en un punto y aparezco yo a traerte la luz, a establecer el contacto, provengo de ese ser al que tú llamas Dios pero que cualquier nombre lo limita y por eso prefiero no llamarle de ninguna manera, ÉL ES QUIEN ÉL ES, no tiene nombre ni cuerpo, porque todos nosotros conformamos su cuerpo, yo soy tu enviado, porque he sido emanado por El y creado con este propósito. Así pues, hoy has descubierto el octavo principio.

“Más allá del amor y la justicia existe la síntesis, el contacto, la iluminación, el enviado; todo aquél que domina los principios entra en contacto con el Padre”,

y aquí estoy yo. Descansa, libera tu mente de todos los pensamientos inútiles para que percibas la gloria del contacto.

Y el príncipe aquietó su mente, se sumergió en un dulce sueño e inmediatamente todo su ser empezó a renovarse, a sentir un fuego que corría por dentro de él, a sentirse uno con el universo; sintió que cada átomo, cada molécula de su cuerpo, empezaba a integrarse con las diferentes criaturas que él conocía, del universo; sintió que su cuerpo desaparecía; sintió que su conciencia se unía con todas las cosas; sintió que podía saber exactamente lo que estaba ocurriendo en cualquier rincón en el universo; sintió ese lazo que existe entre todas las criaturas del cosmos y todo eso pasaba mientras su nave se dirigía hacia ninguna parte, recorriendo un camino que llegaba hacia todos lados.

Fuente Ada Addais / Wicca Reencarnada

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