La Gran Mutación trae grandes cambios sociales

Actualmente nos encontramos en vísperas de otro momento de gran importancia protagonizado por los ciclos de Saturno-Plutón y de Júpiter-Saturno, que tendrán lugar a principios y finales de 2020 respectivamente.

A principios de este año asistiremos a la conjunción de Saturno-Plutón en el signo de Capricornio, que iniciarán un nuevo ciclo combinado de 33 años.

La conjunción entre estos dos planetas se asocia a épocas de conflictos internacionales, totalitarismos y reacciones conservadoras ante los aires de cambio, pues sus energías no son afines y plantean intereses contrapuestos.

Por un lado Saturno intenta conservar a toda costa lo establecido y pone normas restrictivas para evitar los cambios, pero la energía de Plutón busca transformar y regenerar en profundidad, aunque ello suponga pasar por procesos turbulentos.

En este caso la conjunción Saturno-Plutón tendrá lugar en el signo de Capricornio del cual Saturno es regente.

Esto supone cierta fuerza para la energía saturnina que puede tener su expresión en un endurecimiento de los poderes políticos que limiten los derechos sociales adquiridos.

Pero el poderoso Plutón ya se encuentra transitando por Capricornio desde 2008, socavando los valores materialistas y sacando a la luz la podredumbre política y económica que había permanecido en la sombra, y no es previsible que deje de hacerlo mientras se encuentre en este signo.

Así que lo que ocurra en esta conjunción dependerá de la capacidad que tengamos para buscar alternativas que posibiliten una regeneración social y política lo menos traumática posible.

Probablemente la clave del proceso puede estar en la trascendental conjunción de Júpiter-Saturno en Acuario que tendrá lugar a finales de 2020 y que podría suponer un momento de inflexión en esta transición entre eras.

 

El ciclo de Júpiter-Saturno está tradicionalmente relacionado con coyunturas socio-económicas, culturales e ideológicas.

La conjunción de estos planetas se produce cada 20 años y señala el inicio de un ciclo social marcado por los valores del signo en que se encuentran.

Pero la conjunción Júpiter-Saturno en 2020 no es “una conjunción más”.

Durante 10 conjunciones consecutivas los encuentros entre Júpiter y Saturno se repiten en un mismo elemento, para cambiar al elemento siguiente una vez transcurridos unos 200 años.

El recorrido sigue el orden natural de los cuatro elementos Fuego-Tierra-Aire-Agua, por lo que pasan unos 800 años (200×4) antes de volver a iniciar una secuencia en el mismo elemento.

Este ciclo recibe el nombre de la “Gran Mutación” y marca el inicio de grandes cambios sociales relacionados con el elemento implicado, que tendrán vigencia en los 200 años siguientes.

En la actualidad estamos acabando un ciclo de 200 años en el elemento Tierra que se inició en 1802 coincidiendo con la Revolución industrial. Algo que generó enormes transformaciones productivas, económicas y sociales, y asentó el sistema capitalista moderno.

La última conjunción Júpiter-Saturno de este largo ciclo en elemento Tierra, tuvo lugar en mayo del año 2000 en el signo de Tauro. Y la próxima conjunción será el 21 de diciembre de 2020 en el signo de Acuario, iniciando en ese momento un ciclo de 200 años en el elemento Aire.

Cabe señalar que en 1981 hubo una “conjunción aislada” en el elemento Aire (en Libra) como anticipando algo de lo que nos puede traer el próximo ciclo.

 

Gran Mutación y 2020
Gran Mutación y 2020

Los ciclos de Júpiter-Saturno afectan a la política, la economía, la cultura y los gobiernos, pero mientras los periodos de 20 años en un mismo elemento señalan variables de un mismo proceso, los cambios de un elemento a otro al cabo de 200 años (como en 2020) cambian la vibración de fondo en el ámbito psico-social colectivo de forma destacada.

La excepcionalidad de este momento está subrayada por el hecho de que la conjunción Júpiter-Saturno tiene lugar en el signo de Acuario (su último encuentro en este signo fue en 1405) cuando todos los indicios señalan que nos encontramos en plena transición de la Era de Piscis a la Era de Acuario.

 

Planetas e inconsciente colectivo

 

Al estudiar los ciclos de los planetas colectivos (Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón) desde la perspectiva de la astrología mundial, podemos caer en el error de considerar sus energías como algo ajeno a nosotros donde lo único que podemos hacer es ir trampeando sus efectos. Pero estos planetas también están en nuestra carta individual, por lo que estamos proyectando sus energías e influyendo en el devenir colectivo, nos demos cuenta o no…

Los emplazamientos de Júpiter y Saturno en el tema natal informan de nuestra manera y capacidad para participar en el mundo social en base a nuestros ideales y las normas establecidas que asumimos.

Mientras que Urano, Neptuno y Plutón, en tanto que planetas significadores del “inconsciente colectivo”, se relacionan con los procesos de transformación personal vinculados a la evolución colectiva.

En la psicología de Carl Gustav Jung (1875-1961) el término inconsciente colectivo hace referencia al conjunto de instintos y arquetipos que son comunes a la especie humana.

Es como un recipiente de sabiduría ancestral continuamente alimentado por las experiencias y los pensamientos colectivos.

Y como dichas experiencias y pensamientos colectivos se nutren de nuestros pensamientos individuales, es evidente que tenemos una responsabilidad respecto a lo que pensamos, pues nuestros pensamientos condicionan la energía que emitimos y están en la raíz de nuestras actitudes, palabras y acciones.

 

Las interesantes investigaciones del biólogo inglés Rupert Sheldrake (1942) sobre lo que llama “resonancia mórfica” parecen entrelazarse con el concepto junguiano de inconsciente colectivo cuando explica:

 

“Lo que sugiero es que puede existir una especie de memoria de la naturaleza, y que la memoria que tienen los acontecimientos naturales al desarrollarse tiene que ver con el modo en que esos acontecimientos sucedieron en el pasado. (…). Concretando, cada especie animal, vegetal o mineral posee una memoria colectiva a la que contribuyen todos los miembros de la especie en cuestión y a la que también conforman.”

 

Así, según Sheldrake cada especie tiene un campo de memoria propio, constituido por las formas y actitudes de todos los individuos que han pasado por dicha especie.

La influencia de dicho campo de memoria moldearía a todos sus individuos futuros, que resonarían con la memoria colectiva de su especie.

Las teorías de Sheldrake han dado lugar a varios experimentos que confirman esa conexión invisible entre seres de la misma especie a través del espacio y el tiempo.

En dichos experimentos se ha comprobado que si una especie animal aprende una habilidad en un determinado lugar del planeta, otros animales de la misma especie tardan mucho menos tiempo en realizar ese mismo aprendizaje en otro lugar diferente, aunque estén a miles de kilómetros de distancia o hayan pasado muchos años.

 

Un ejemplo citado por Sheldrake es el caso en que un grupo de científicos en la isla japonesa de Koshima alimentaba a una especie de monos con boniatos sin lavar. Una hembra descubrió que lavando los boniatos en el mar perdían la molesta arenilla pegada a la piel y sabían mejor. Al cabo de un tiempo todos los monos de la isla aprendieron el truco. Pero lo más sorprendente fue que este avance social llegó también rápidamente a otras colonias de monos, a pesar de que nunca habían tenido contacto directo con los monos de la isla de Koshima.

 

Otras investigaciones diferentes también apuntan en la misma dirección y evidencian esa conexión invisible entre los seres vivos.

Un estudio relevante es el que un “grupo creador de paz” realizó en Washington D.C. del 7 de Junio al 30 de Julio de 1993 en el que se demostró el efecto social de la meditación trascendental con respecto a la delincuencia.

Este experimento, cuidadosamente controlado, se inició con un grupo de 800 meditadores que aumentaron hasta 4.000 en un periodo de casi dos meses.

Y aunque la delincuencia violenta había estado aumentando de forma estable durante los primeros cinco meses del año y usualmente se incrementa en los meses de calor, inmediatamente después de empezar el experimento el delito violento empezó a descender y disminuyó hasta un 23,6%, después de lo cual volvió a aumentar otra vez.

En el estudio se determinó que la posibilidad de que este resultado pudiera atribuirse a una variación casual de los niveles de delito, era inferior a dos partes entre mil millones.

 

 

En la carta astral individual la conexión con esas energías no-visibles estará más acentuada cuando determinados planetas personales (especialmente la Luna) ocupen signos o casas de Agua, y en particular si existe una significativa Casa 12 asociada al inconsciente individual y colectivo.

Obviamente puede haber muchos otros factores y aspectos que revelen una particular capacidad para captar las energías que circulan a través del mundo intangible. No obstante, si nos centramos en los planetas, los principales significadores del inconsciente colectivo seguirán siendo Urano, Neptuno y Plutón, pues se relacionan con un determinado clima energético que es captado y expresado inconscientemente por la mayoría de las personas.

 

Las personas más sensibles a los emplazamientos o tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón, pueden actuar de forma espontánea como portavoces e inspiradoras de procesos colectivos, a través de manifestaciones artísticas, modas, ideas innovadoras u otras formas de expresión.

Más allá de su aspecto superficial, la observación de lo que está de moda en cada momento (sea una música, un partido político, un artilugio tecnológico, un tipo de ropa o cualquier otra cosa) puede ser de gran interés para descubrir las proyecciones colectivas inconscientes de una determinada época y relacionarlas con los tránsitos mundiales de los planetas colectivos.

Las corrientes instintivas asociadas a estos planetas pueden tener aspectos positivos o negativos. Por lo tanto es fundamental desarrollar nuestra capacidad de respuesta individual en base a nuestros valores e ideales, pues si no somos conscientes de las corrientes colectivas en curso, probablemente seremos arrastrados por ellas y seguiremos las modas e ideologías dominantes de forma inconsciente y poco individualizada.

 

Igualmente será importante reflexionar sobre la calidad de los pensamientos que guían nuestros actos. Por ejemplo, si realizamos actividades altruistas o humanitarias pero nos guía el odio y el resentimiento hacia quienes generan desigualdades y sufrimiento, estaremos añadiendo más negatividad al mundo.

Como alternativa, podemos buscar nuestra fuerza en pensamientos basados en el amor a lo que hacemos y no en el odio, la rabia u otros sentimientos nocivos.

Esto no restará eficacia a nuestra lucha y denuncias, pero lo haremos generando una energía positiva en el mundo. Las experiencias anteriormente mencionadas de Sheldrake o de los grupos de meditadores, parecen avalar esta posición como la más efectiva.

 

Cabe pues insistir en la importancia de un análisis profundo de nuestra carta astral, así como escuchar nuestro interior para detectar cómo estamos participando en ese inconsciente o memoria colectiva, pues ya hemos visto que no solamente influimos en el mundo a través de nuestras palabras y actos, sino que también lo hacemos a través de los pensamientos y la energía emocional que los acompaña.

Está pues en nuestras manos decidir con qué energía e intención queremos contribuir al mundo en este trascendental cambio de era.

 

Fuente: José Royo / https://www.astrologiadelser.com/

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