intuición, camino, felicidad
Durante la vida nos preguntamos muchas veces y en repetidas ocasiones que hacer o como tomar una decisión, para esto recurrimos a todas nuestras fuentes de información llámese familiares o amigos, desconociendo que la gran mayoría de ellas al momento de darnos su consejo solo reflejan miedos.
Seguramente tienen la mejor intención, pero recordemos cuando estábamos pequeños que nuestros padres nos aconsejaban desde el miedo, “cuidado con eso porque puede pasar esto”, esta situación normalmente continúa con las personas que nos dan un consejo inmediatamente se lo solicitamos, van a su archivo o memoria personal dándonos una retroalimentación cerrada sobre una experiencia basada en un aprendizaje de ellos.
Tampoco se pueden obviar consejos de personas que conocen mucho sobre un tema, si es una decisión financiera o de algún tema que no conozcamos debemos apoyarnos en quien sí los conoce, solo a manera informativa, no para tomar la decisión.
Si es un tema emocional sobre el que estamos hablando para tomar esa decisión normalmente siempre vendrá reflejado de un arquetipo de alguien y por lo tanto no va a ser objetivo; así que tomemos aquellas herramientas de información que nos pueden servir. Pero en el momento de decidir vamos a nuestro navegador personal y ¿cómo lo conectamos?.
Tomémonos unos minutos para respirar, empecemos sintiendo el cuerpo, casi nunca nos conectamos con este, sintámoslo, oigamos sus latidos, luego sintamos nuestras piernas y así el resto del cuerpo, este ejercicio nos ayudará a hacer conciencia de nuestra existencia, de que somos más que la mente suelta, somos un contenedor de energía creadora.
Luego y con los ojos cerrados sintamos como si estuviéramos viviendo uno de los escenarios, ¿nos genera bienestar? ¿Lo quisiéramos seguir viviendo?, hagamos el ejercicio visualizando y sintiendo otro de los escenarios de aquella situación, ¿cómo nos sentimos con respecto a esa?, de esta forma podremos saber con cual camino nos deberíamos quedar, y con cuál de los dos nos acercamos a ese bienestar que queremos.
Fuente El Espectador
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