magia, velas, principio, naturaleza, elementos
El principio de las velas se encumbra a escritos romanos del siglo I posteriormente de Cristo. Hechas de sebo, un resumen sólido casi incoloro e insípido de grasa animal o vegetal, eran estimadas la única forma de iluminación; es decir, de apartar la oscuridad de la noche. Por eso se emprendieron a usar en la meditación como un medio de ingresar en contacto con lo divino. Su brillo ilumina el camino a las ánimas, e inclusive posee el poder de enaltecer las peticiones o deseos al cielo.
Están concernientes con la naturaleza, pues al encenderse enlazan los elementos: tierra, agua, fuego y aire, ya que transitan de su forma sólida a líquido por medio de la llama. Por tanto, es una antena receptora de energía que nos admite centralizar la fuerza del universo para nuestras intenciones, encarnando la conexión entre el plano astral y el terrestre. Conserva el fuego (el elemento más Yang) en armonía con el líquido en que se reconcilia la cera derretida, el agua que es la fuerza más Yin.
Cuando la utilices para cierto tipo de ceremonia es predilecto desistir que se consuma sola, sobre todo en ofrecimientos de amor, dinero o prendas preciosas como amuletos. Si decides apagarla no debes soplarla, porque esto concibe interrupción en tus peticiones. Tampoco uses tus dedos, porque irrumpe forzosamente la conexión que has concebido.
Se consiguen usar de muchas formas y con disparejos objetivos. Por ejemplo, al ubicar una vela blanca en el centro de tu hogar, causas equilibrio y armonía para todo el Chi que se mueve en esa casa. Por otra parte, al estacionar dos velas rojas en el suroeste o en la habitación principal, santificas el amor y la pasión entre la pareja. Si te estás forjando una exfoliación con sal marina o limpieza energética de cualquier otro tipo, puedes usar velas de color azul cielo en tu baño para admitir entrar en un estado de relajación.
Obedeciendo de tu ánimo o lo que deseas, puedes emplear de diferentes colores a la hora de hacer yoga o meditación zen. Interiormente de tu hogar, en las labores cotidianas, además puedes encender algún cirio para aligerar y purgar la energía.
¿Qué impulsa cada color en una vela?
Las velas constan en muchísimos colores y con cada uno de ellos consigues activar disímiles deseos. Cuando ambiciones efectuar un ritual, inspecciona la siguiente lista y prefiere la que necesites:
- Amarilla:dinero, devoción, abundancia, buena suerte.
- Anaranjada:concentración, claridad mental.
- Azul:paz, armonía, bondad.
- Azul oscuro:depresión espiritual.
- Blanco:descanso, comunión, pureza y espiritualidad. Sirve para un altar.
- Celeste:paz, entendimiento, paciencia.
- Dorada:negocio, poder espiritual.
- Moradas:concreción y soluciones.
- Marrón: estabilidad, confianza, disciplina.
- Roja:amor, pasión, dominio, fuerza, deseo sexual.
- Rosada:armonía, dulzura, amor sublime.
- Verde:dinero, negocio, prosperidad.
- Violeta:espiritualidad, meditación, calma, transformaciones, transmutación.
- Plata o gris:dinero (petición). Purificación de todos nuestros defectos.
Antes de monopolizar la vela debes limpiarla con lo siguiente:
- Aceite de sándalo o aceite de oliva
- Copos de algodón
- Bolsa de papel
Moja el algodón con el aceite de oliva o de sándalo y limpia la vela refrendando el mantra OM HA HUM, luego la guardas en una bolsa de papel y la metes en tu congelador y estará limpia para usarla.
Cuando una vela está apagada, es menos poderosa que encendida, pero sigue cogiendo la fuerza del color que lo domina. Así que toma muy en cuenta este dato cuando vayas a adornar con velas, es significativo que respetes el ciclo constructivo de los elementos. Adorna y agiliza tus espacios en equilibrio.
Fuente Reinaldo Dos Santos
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