la mente, aliada, anemiga, pensamientos, poder, Reinaldo Dos Santos
Debemos aprender más acerca de esa relación entre los pensamientos, lo que nos acontece y la definición que poseemos de nosotros mismos. En todo esto, nuestra mente, a través del material cognitivo con el que trabaja, tiene un gran poder.
Nuestros pensamientos logran cambiar la manera en que nos soportamos, las decisiones que tomamos y los sentimientos que percibimos. Es decir que nos intervienen mucho, más de lo que pretendemos.
Todo depende. ¿De qué? ¡De lo que pensemos! Es usual decir “estoy cansado, no puedo aguantar más” y posteriormente tener ganas de lanzarnos a dormir tres días seguidos. No dejes de lado que el cuerpo y el cerebro velan para complacerte, y fundamentalmente el primero desarrolla a concebirlo a corto plazo. No obstante, además consiguen alcanzar a ser una especie de genio de la lámpara que acata sin discutir los deseos de su amo.
A contraste de lo que opinamos, no es la mente la que nos indica lo que asumimos que hacer o cómo correspondemos apreciarnos… ¡Sino todo lo contrario! Yacemos los garantes de cómo nos consideramos. No alcanzamos arrojar la culpa al entorno, a los políticos, a la economía o a nuestro jefe… todo habita en nuestro interior. Claro que perpetuamente es mucho más fácil inquirir el responsable en el otro o en algo ajeno. De esta manera no apaleamos la eventualidad de aprender, cambiar y mejorar.
Todo existe en la mente
Las carreras son una de las pruebas de aguante que más suplican de nuestro físico, pero asimismo de nuestra mente. Al mismo tiempo de solicitar una buena premisa física además emplazan un adiestramiento mental. ¿Por qué? Porque en el exacto momento en que el cuerpo no puede más es el cerebro el que ayuda a continuar adelante… sin embargo después el dolor puede ser tan grande que no haya analgésico que pueda mitigarlo.
Sin necesidad de convertirte en maratoniano para experimentar esta teoría, piensa en las veces en que estabas a punto de caer rendido por el sueño, el cansancio o el fastidio de la rutina y expresaste “puedo seguir”, “estoy bien” o “lo terminaré”. Es posible que en ese momento obtuvieras un plus de energía -que no salió de una taza de café- para perpetuar con tus tareas y luego caer abatido en la cama para dormir varias horas seguidas.
Tampoco se trata de ser la persona más positiva del mundo y andar por la vida indagando el medio vaso lleno de cada situación, acaso de saber que hay pensamientos que nos auxilian y otros que nos inquietan. Deja de suministrar atención a lo irrelevante y concéntrate en lo que verdaderamente importa. Si las cosas merodean mucho por tu cabeza, tómate el tiempo para solucionarlas y pasar a la siguiente tarea.
La mente admite asimismo lo ilógico
Si no consigues dormir porque tu mente es un impetuoso de ideas, ten un pequeño cuaderno en la mesilla de noche y beneficia esa inundación de creatividad para solucionar algunos de tus problemas. No derroches tu energía en “rumiar” las cosas malas que te suceden. Mejor beneficia tu tiempo y tus recursos para hallar una solución a los problemas.
Perpetúa que no todo asume por qué ser racional… ¡accede un poco de espontaneidad en tu vida! Si bien hay cosas fundadas en la lógica, existen otras (muchas) que están más mezcladas a las emociones, impresiones e intuiciones.
Aprende a vivir con incertidumbre, aunque sea en una mínima dosis. Toma decisiones que también requieran ciertos riesgos y considera los errores como parte de las reglas del juego. Evita las autopresiones y acepta que eres imperfecto… eso disminuirá tus niveles de temor y ansiedad y como consecuencia, tus equivocaciones.
Fuente Reinaldo Dos Santos
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