¿La mirada provoca estados trastornados de conciencia?

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La primera vez que se conversó aproxima de la mirada como un elemento que incide en la conciencia de otros fue hace dos siglos. Franz Anton Mesmer, un médico y filósofo austriaco, fue quien registró las bases de lo que se llamaría “Teoría del magnetismo animal”. Según sus premisas, el cuerpo humano difundiría energía igual que lo conciben otros cuerpos. Esa energía, a su vez, cultivaría influencia sobre otros cuerpos.

Con base en esos esbozos, James Braid, un médico escocés, batió el término “hipnosis” e exteriorizó que “la fijación continuada de la mirada, detiene los centros excitables de los ojos y sus sumisiones, que trastornando el equilibrio del sistema nervioso causa el fenómeno”.

Uno de las técnicas de hipnosis que se desplegó a partir de este modo de concebir la influencia fue la “técnica de mirada fija”. A medio camino entre la creencia y el saber, esta técnica se emplea conversando y mirando al mismo tiempo establemente a los ojos de la otra persona. Así, se van metiendo frases que la magneticen, para que entre en esa variedad de estado intermedio entre la vigilia y el sueño que conocemos como hipnosis.

Más últimamente surgió un estudio llevado a cabo por el investigador Giovanni B. Caputo, de la Universidad de Urbino en Italia, en el que supuestamente se evidencia que la mirada incita estados alterados de conciencia. Esta información no ha sido aprobada por otros estudios simultáneos, por lo que se exhibe puramente a manera de ilustración.

Los estudios de Caputo sobre la mirada

Giovanni Caputo congregó a 50 voluntarios para efectuar su experimento sobre la mirada. En principio constituyó 15 parejas. Los segmentos de cada pareja debían registrarse frente a frente, a menos de 1 metro de recorrido y mirar a los ojos a su pareja durante 10 minutos.

 

Otro grupo permaneció en una habitación contigua y efectuaron el mismo ejercicio, pero esta vez no poseían que mirar a otro, sino a sí mismos frente a un espejo. Al final, tanto el grupo 1 como el grupo 2 manifestaron a un examen que había sido competente para la investigación.

Según las respuestas que consiguió Caputo, el 90% de quienes anunciaron en el experimento poseyeron experiencias alucinatorias, en ambos grupos. Expresaban haber visto semblantes desconocidos o figuras monstruosas. Asimismo exteriorizaron que habían experimentados impresiones de estar “fuera” de la realidad. Con base en eso, se ultimó que la mirada incitaba estados alterados de conciencia.

Otro ensayo con la mirada

Con un objetivo totalmente diferente, la organización Amnistía Internacional efectuó un experimento sobre la mirada. Partió de una aserción hecha por el psicólogo social Arthur Aron: que mirar a una persona durante 4 minutos forja una proximidad inesperada.

Lo que hizo Amnistía Internacional fue concebir un pequeño experimento por parejas hechas por un ciudadano europeo y un emigrante de otro país del mundo. Puramente les solicitó que se pusieran uno delante del otro y que se miraran a los ojos durante 4 minutos. Lo que ambicionaban probar es que muchos ofuscaciones huyen cuando te tomas el tiempo para ver y mirar al otro, por desigual que sea.

 

Sin excepción, todos los que participaron en el experimento consiguieron apreciarse cercanos a la persona que poseían delante. Sin excepción además, iniciaron conversaciones cariñosas y desarrollaron empatía recíproca. Se probó lo esperado: no importa de dónde vengas, o qué lengua hables, o cuál sea el color de tu piel. Al final del día, en ti hay un ser humano que yo puedo examinar.

El incomprensible mundo de la mirada

Desde perennemente, la mirada ha sido fuente de interrogaciones y de fascinación para el ser humano. Son muchos los mitos coligados al poder de la mirada. El más acreditado es el de “Medusa”, la figura mitológica que reconciliaba en piedra a todo aquel que la miraba. Asimismo está el mito de “Tiresias”, el ciego que a su vez conseguía ver el futuro.

La mirada posee tanto poder que edifica por sí sola significados. Toda mirada tiene un propósito: a veces es la de reconocer, a veces es la de invisibilizar. Cuando se mira y cuando no se mira, hay un efecto. Las miradas amorosas son “miramiento” o “admiración”. Las miradas celosas dan lugar al “mal de ojo”. Las miradas de odio matan, o son como puñales.

 

Por el lado que “se le mire”, la mirada tiene autoridad. En ese sentido es válido expresar que crean o cambian la conciencia de quien es mirado. La mirada compara y lleva a que alguien se ocupe como “visto” o “ignorado”. Como “des-cubierto” o pasado por alto. Los ojos, esos espejos del alma, son una ventana por donde se escapa y por donde se ingresa al mundo de los seres humanos.

Fuente Reinaldo Dos Santos

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