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Cuenta una vieja historia que cuando Dios creó al hombre y a la mujer, los hizo en un solo cuerpo, por lo que ambos desconocían el sentimiento de soledad y de carencia. Estaban juntos, fusionados y completos.
Sin embargo, de pronto surgieron las dificultades y las peleas, porque el hombre deseaba ir hacia el oeste y la mujer hacia el este. Entonces, hablaron con Dios y le pidieron dos cuerpos y el Padre les concede el deseo y, les dio un cuerpo al hombre y otro a la mujer, así que cada uno podía dirigirse a dónde quisiese.
Cada uno avanzaba en la dirección que deseaba, sin embargo, se echaban de menos, se necesitaban y entonces, corrían para encontrarse. Y así el hombre y la mujer, llevan muchos años y aún no se ha podido resolver el asunto.
Muchas parejas viven en tensión, en el anhelo de ser uno y luego ser dos, en un conflicto no resuelto, que ya forma parte de nuestra naturaleza.
Fuente Franca Tezza / Estampas
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