Los dominadores emocionales, enemigos de la dicha emocional

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La palabra clave de los dictadores emocionales es “Yo”. Estas personas requieren concebir que están completamente al mando de cada situación, y cuando esto no es así, aprecian una gran desgracia e intolerancia. Por otro lado, parece que no existe una propensión para la alineación de la personalidad autoritaria, en cuanto a que esta no se hereda, sino que se despliega a partir de unas normas sociales comunicadas por la familia y otras agentes sociales.

Dado que las particularidades de personalidad por definición son constantes y permanentes a través de las situaciones, las personas dictadoras desarrollarán a mostrar ese patrón comportamental con las personas que se hallen bajo su influencia. Por ejemplo, quien es arbitrario con sus empleados, seguramente lo sea igualmente con su pareja e hijos, o con otras personas a las que observe como vulnerables.

Estas personas son factibles de examinar porque expresan lo que piensan sin buscar las palabras adecuadas. Les da igual lastimar a los demás y se justifican enalteciendo su sinceridad, que en realidad es dominación moral disfrazada de honestidad. De hecho, no tienen mucho tiempo para las personas ya que constan mucho más interesadas en sus resultados.

Los dictadores emocionales no admiten que los demás penan con dureza los errores que ejecutan otros, considerándose víctima de una ofensa sino se hace su voluntad. El autoengaño y la autojustificación son las peculiaridades principales que conservan y forman este tipo de personalidades.

Las emociones en los autócratas emocionales

Es un déspota, da órdenes y espera que éstas se efectúen rápidamente. Da por fijo que su sistema no solo es el mejor, sino que es el único que goza de coherencia interna. Posee una personalidad fuerte y es un gran controlador de los demás, es competidor en todos los aspectos.

Le magnetizan los cumplidos y la charla banal, sobre todo si presenta sobre él y sus cualidades. Es provocador y mordaz cuando se le lleva la contraria, y siempre trata de amedrentar psicológicamente a los demás. Cree que mostrar su poder es una forma de control y de advertencia.

Con todas estas “cualidades” emocionales, no es de extrañar que posteriormente finalice sulfurando a las personas que halla a su paso coaccionándolas con sus gritos, rabia y arrogancia. Es de vital calidad que estas personas desarrollen su inteligencia emocional. De esta manera conseguirán mejorar su cabida de sentir, entender, controlar y modificar sus estados emocionales y acertar los de los demás.

Fuente Reinaldo Dos Santos

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