Mandalas, el alma, nuevo método, meditación
Andrea Agudelo descubrió una manera de compartir sus inquietudes personales y de hacer empresa, como se lo había sugerido su papá, a través de los mandalas.
Una experiencia que le cambió la vida, como empresaria y como persona que estaba en la búsqueda de un cambio. Joven y arriesgada, todo comenzó cuando la estudiante de mercadeo vivía una etapa de cambios y quería sentirse con los pies en la tierra.
Había hecho un viaje de dos años por el mundo, había estudiado fotografía en Nueva York, Milán y Barcelona, y las preguntas la seguían rondando.
Recuerda que al regresar del Festival de Coachella, en una tienda de aeropuerto se sintió atraída por un libro de mandalas y cuando lo llevó a casa se enteró de que su mamá los pintaba. Otra señal que no podía desconocer.
Su papá, empresario y soñador, al verla tan entusiasmada, la animaba a que editara un libro sobre el tema, para que compartiera su nueva afición con más personas y para que no dejara pasar su espíritu emprendedor. La fotografía y los viajes fueron el punto de partida de Mandalas para el alma, el libro que editó basada en las fotografías de un viaje que realizó por Turquía y Grecia. Las sutiles formas que descubría en paredes, pisos y diferentes obras gráficas la inspiraron. Sus fotos fueron la guía y su impulso la fuerza que necesitaba para conseguir ese polo a tierra.
Sobre el título no hubo duda, la búsqueda de Andrea era desde el alma, por eso sus Mandalas llevan esa suerte de apellido, lleno de significado y afecto. «Mandalas para el alma es un libro para personas que quieran vivir un viaje de transformación espiritual hacia su interior», asegura Andrea.
Todo sucedió el año pasado, y las mil unidades que vendió en una semana le dieron pistas sobre el camino correcto que había emprendido, claro, veía esos resultados con cierto temor. Y no dejaba de preguntarse ¿Qué está pasando?
En total, de su primer libro vendió 25 mil unidades. Se convirtió en objeto de deseo, en regalo de Navidad o de cumpleaños, especialmente cuando presentó la edición de lujo en empaque de madera y con juego de lápices de colores.
Mandalas para el alma trabaja junto a la Corporación Sueños Compartidos, donando un porcentaje de las utilidades de cada libro para apoyar proyectos destinados niños de bajos recursos
La inspiración se trasladó a Tailandia y, cómo no, a las fotografías de su viaje. Esta vez eligió para la portada el tono violeta, como símbolo de conexión espiritual. El primero fue azul, como representación de la comunicación, esa que ella buscaba con la vida y con aquellos que adquirieran el texto.
Son 140 páginas de una pieza que ya presentó en la reciente Feria del libro de Bogotá.
Otro sueño que ya vio la luz y que Andrea espera que la conecte con el alma de miles de personas.
Fuente El Espectador
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