angustia, manejar, demine, inquietar almas, tiempo, Reinaldo Dos Santos
El tiempo es uno de esos componentes que posee el dominio de inquietar almas, por su enormidad y al mismo tiempo por su finitud. A veces se considera como si jamás lograra, como si los días y las horas se hubieran reducido y nunca estuvieran suficientes para completar todo lo que poseemos que hacer. Poseemos la impresión de que los minutos se filtran como gotas de agua entre los dedos y no logramos forjar nada al respecto.
A discrepancia de lo que muchos creen, gran parte del tiempo que derrochamos, lo malgastamos trabajando o efectuando alguna de esas actividades que llamamos “productivas”. Esto se debe a la falta de enfoque: si bien hacemos la tarea, nuestro estado de esparcimiento nos traslada a que prorroguemos más de lo ineludible en completarla.
De una manera o de otra, el resultado de esa apreciación de que el tiempo no alcanza es un estado de angustia. Surge una tensión entre la forma en la que adelanta el reloj y la necesidad de cumplir con los objetivos planteados. En esas circunstancias, además consiguen brotar los bloqueos y los errores que no forjan más que aumentar la tardanza.
La falta de tiempo y las labores compulsivas
Hay todo un conjunto de acciones compulsivas que ejecutamos día a día y que efectúen buena parte de nuestro tiempo. Internamente de ellas se consiguen indicar algunas muy usuales como esa manía de mirar el móvil cada cinco minutos. Lo más factible es que no hallemos nada nuevo, o que si lo hay no sea relevante, pero a veces no podemos evitarlo.
Cada uno poseemos nuestra compilación de acciones compulsivas o repetitivas
Cualesquiera sencillamente dificultan su labor para desistir volar su fantasía, para mirar a su alrededor o para hacer cualquier cosa que desvíe su foco atencional de la tarea principal que ejecutan.
Esencialmente por ser compulsivas, estas acciones son inconscientes. Se generan sin pensar y en ellas se va buena parte del tiempo. Declaran a un conflicto para concentrarte, a la angustia o a una estrategia de trabajo deficiente.
La sobrecarga emocional y el tiempo
Los problemas emocionales del mismo modo nos quitan más tiempo del que suponemos. Conjuntamente, también nos restan disponibilidad y motivación para enfocarnos en nuestros objetivos. Los problemas no resueltos admiten una carga emocional que se reubica sigilosamente a todo lo que hacemos.
Todos hemos dejado una tarea por resolver, ya sea por un motivo o por otro, y esta ha tomado vida adecuada en nuestra mente. Desde ese momento, de forma repetitiva y anárquica, ha ocupado el espacio de nuestra conciencia. De ese pensamiento han originado estados de ansiedad que nada apaleaban que ver con la situación en la que te acertabas en ese momento.
Los problemas sin resolver pesan durante en el día a día. Transgreden severamente en nuestra capacidad de concentración, ya que son como sonidos molestos que dan falsas treguas y surgen en los momentos más impertinentes, estropeando situaciones placenteras. Posteriormente, te tele trasportan al pasado o al futuro, abandonando a un lado las emociones que proceden de tu realidad actual.
Apuntar para ganar tiempo
El tiempo, o mejor dicho su apreciación, es una dimensión sustancialmente psicológica. Corre o deja de correr, en función de lo que sientas o de lo que estés especulando. Un minuto es perenne en el dentista y pasa en un soplo cuando estás en una situación agradable. Y necesariamente al estar tan influenciado por lo que hay en la mente, deriva apto de administrarse de una manera más racional.
Para orientar y manipular mejor el tiempo, lo primero es examinar y admitir que siempre poseeremos algo incompleto que hacer. Eso no corresponde ser fuente de angustia, sino que se tiene que mirar como una peculiaridad inmanente a la propia vida. Sabiendo esto, lo que sigue es idear unos métodos que ajuste actividad y pausas. El esparcimiento es además una respuesta al cansancio y se ha justificado que el cerebro inicia a agotarse después de 25 minutos de atención sostenida en una única actividad.
Conjuntamente de esto, es significativo que en los momentos en los que no estés trabajando realices actividades recreativas. El tiempo de ocio es tan o inclusive más transcendental que el mismo tiempo de trabajo. Alcanza todos esos lapsos de libertad, en los que puedes redimir tensiones y refrescar tu energía emocional.
No derroches esos valiosos ratos en actividades repetitivas, como ver televisión. Tampoco inviertas todo tu descanso en situaciones que te llenen o te emboten: eso no te accede descansar de verdad. Para aprovechar mejor tu tiempo de trabajo, aprende a disfrutar de un descanso de alta calidad.
Fuente Reinaldo Dos Santos
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