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Meramente observando lo obvio, logramos aseverar que tanto los perros como los gatos son seres enormemente espirituales y si abrimos nuestro corazón conseguimos instruirse mucho de ellos. Muchas de las prácticas espirituales de todas las culturas avivan los siguientes valores:
1) Conservar una cualidad afectuosa hacia el prójimo.
2) Estar en el instante actual. Focalizar en el aquí y ahora en lugar de desistir llevar por nuestro pensamiento hacia el pasado o hacia el futuro con nuestra mente.
3) Poseer una cualidad de amor absoluto en nuestras relaciones.
Estas son los semejantes modos que fomenta tanto el “Mindfulness” como la Terapia Centrada en la Persona del famoso psicólogo Carl Rogers.
Los perros y los gatos son la encarnación tanto de los valores del mindfulness como de los de la Terapia Centrada en las Persona. Esta Terapia focaliza en lo que comenzarían a ser las “actitudes sanadores”. Estas actitudes son:
- la escucha empática
- la congruencia (pensar y sentir de manera congruente)
- la aceptación incondicional
Para Rogers son éstas cualidades las que curan a las personas. No es una habilidad ni un método, sino que son éstos valores humanos, lejanos muchas veces en las personas pero siempre presentes en nuestras mascotas.
Lo mismo ocurre con el mindfulness. El mindfulness como concepto psicológico es la congregación de la atención y la conciencia, basado en el concepto de conciencia plena de la meditación budista. La conciencia plena se logra laborando la atención en el momento presente.
¿Hay algo más presente que la mirada de nuestra mascota cuando nos mira a los ojos?
La aprobación incondicional del otro, la escucha atenta, la empatía, el estar presente en el aquí y ahora y la inauguración del corazón son virtudes que originan las grandes religiones.
No precisamos ir a un templo, alcanzar Las Sagradas Escrituras ni atosigar a ningún gurú exótico. Absolutamente con observar y copiar a nuestras mascotas es apto. Nuestras mascotas son nuestros mejores maestros espirituales.
Fuente Reinaldo Dos Santos
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