Toda situación para palear el momento que vive Venezuela será destronada por los elementos básicos del funcionamiento gubernamental: Corrupción, poca transparencia y, sobre todo, segregación.
No hay en estos instantes nada que pueda detener el clamor de la gente y mucho menos la decisión absoluta del cambio pleno y la transición segura.
Nadie podrá tampoco auspiciar ni promover revueltas callejeras y mucho menos supuestos atentados contra líderes de la oposición. El bullicio, el ruido estruendoso que más que aturdir, lo que hace es despertar plenamente a cada venezolano, tendrá consecuencias inevitables desde cualquier punto de vista.
Ahora ya no se piensa en el gran costo político, sino en salvar responsabilidades y raspar a profundidad hasta verle el hueco en el fondo de la olla.
El devenir pautará reuniones de emergencia cada cuatro a seis horas, como tocaría una medicina que no poseemos, por cierto la esterilidad de dichas reuniones es tan evidente que tendrán que llamar a la isla oscura para las recomendaciones nefastas, y que de una vez por todas acabarán con el régimen. Ya es nada más de tiempo… los desenlaces tan anunciados y que ahora se están recuperando por completo con la esperanza de que se den.
El ente judicial máximo tendrá un epicentro de terremoto, y se caerá por decisión tan aberrante como inconstitucional, estamos hablando de un suicido del organismo provocado por aquellos del alto gobierno que no les conviene cualquier acción que vaya en contra de su salvación.
La gente está en la calle con toda la fuerza porque se siente absolutamente desamparada, pero lo más importante, la gente seguirá en la calle, y hasta los que nunca pensaron pisar el asfalto.
La necesidad, el abastecimiento y las enfermedades serán puntales para que las ciudades satelitales y parte de las ciudades del interior del país, ya no vuelvan a sus casas, sino que arremeterán con una lucha nunca antes vista en el país.
Prueba fehaciente de eso se tendrá en los próximos días y el enfrentamiento será demasiado fuerte con los represores, que carecen de autoridad moral y sobre todo de dignidad, en desobediencia a lo que juraron y en desobediencia a lo que pudieron enseñarle sus padres y las verdaderas instituciones.
Ahora es cuando realmente la espada de Bolívar no caminará por América Latina, sino que se sentirá en la espalda de los que han traicionado el juramento de servir a la verdadera y única patria, en la que todos cabemos, y en la que no hay que presentar una tarjeta para una bolsa de alimentos que trae hambre para hoy, pero más hambre para mañana.
Las declaraciones insólitas de dirigentes que no se esperaban, traerán colas a nivel nacional e internacional.
Ya no se puede más con la múcura, entonces se decidirá de una vez por todas la salida anhelada y deseada.
No hay vuelta atrás, las puertas energéticas de Venezuela se abren para el gran cambio que tanto nos merecemos.
Dios con nosotros.
Fuente Juan Carlos Ávila / CCNoticias