vida, qué es, tu vida, reflexión, observación, Reinaldo Dos Santos
Miedo y vanidad; vanidad y miedo. Y una fuga firme, anhelando exasperadamente tu atención y tu contento, del sufrimiento originado esencialmente por la vanidad y el miedo.
No te digo esto para que cambies, no intento que tú ni nada cambie, sino para que te observes. Como quien se mira en un espejo.
Y al observarte, te accedas a ti mismo y, a partir de ahí, a los demás y cuanto te encierra. Y al aceptar, ames. Y al amar, te sientas Amado por la Vida y la Creación. Y al sentirte Amado, te rindas.
¡Ríndete!. Integral y concluyentemente. Evidenciarás entonces y sólo entonces que la Sumisión no es fruto de la incapacidad, sino del empoderamiento; que no es consecuencia de tu insignificancia, sino del engreimiento que progresa al comprobar que Dios es yo y yo soy Dios cuando todo cesa y dejo de asemejarme con cualquier tipo de equivalencia, sea física o espiritual, sea individual o colectiva.
Con la Rendición estallará en ti, de manera natural y sencilla, una Nueva Vida que no consigue ser pensada, ni conceptualizada ni destinada. En ella luce únicamente la Bandera Blanca de la Rendición plena.
Para que flamee y se desarrolle en su grandiosa dimensión y hermosura, inflará la Bandera Blanca una Libertad radical y completa que procederá de tu interior como desprendida y sutil brisa de Amor.
Es una brisa suave, sí, pero inclemente. Te quitará de cuanto has sido, poseído, ambicionado y temido; te inducirá al abandono y al despido hasta desocuparte de toda vanidad, en cualquiera de sus expresiones; y, supremamente, te trasladará a donde le dé la gana.
Y tú no poseerás miedo. Vacío, sin nada ni insuficiencia de nada, nunca de las personas, te dejarás llevar, fluirás y no tendrás miedo. Nunca jamás.
La Confidencia habrá fondeado para siempre en tu Corazón y tú ya no serás tú: sabrás bien lo que admite “Nacer de Nuevo” y te habrás convertido en el Viento que todo mece, todo acuna y todo Ama, pues es el Amor mismo Puro y Perfecto.
Tú, lo que eres más allá de tu actual conocimiento de corporeidad, ya apreciaste antes de tu actual forma humana la Rendición plena, desprendiéndote de toda engreimiento; ya conseguiste la Libertad incondicional, que soporta además no desistir a nada; y ya accediste, sin apreciar ningún miedo, que la Brisa del Amor te trasladara donde le diera la gana. Por eso la Rendición, la Libertad y la ausencia de vanidad y miedos, aun turbando a tu mente física, repican tanto en tu Corazón. Y por eso estás aquí encarnado como ser humano: porque la Brisa del Amor te trasladó a esta Dimensión y a este mundo.
Fuente Reinaldo Dos Santos
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