Un impresionante relato sobre el origen de un tipo de humanidad (la raza blanca) que se originó a partir de las plantas conocidas como los hongos y sus interrelaciones con árboles más grande, está reflejado en el libro «La Bibele» del autor Alexander Eleazar.
El revolucionario escritor nació en Damasco (Siria) en 1920 . Y se dedicó -durante gran parte de su vida- a interpretar los textos históricos antiguos. Falleció en Barcelona en el año 2004.
En 1985 publicó el libro «Los Bere«, el cual tuvo poca acogida entre los medios oficiales, pues tocaba temas delicados relacionados con el origen de la humanidad en la galaxia y la Tierra, y de los cambios que se han hecho a la historia terrestre, por parte de élites gobernantes, a quienes no les conviene reluzcan nuestros verdaderos orígenes extraterrestres.
También escribió el libro «Los Paios» (raza amarilla) que reflejaría esa élite actual que gobierna y que desde los orígenes, se enfrentó a los «Beres».
Alexander Eleazar se orientó por la lengua «Euskera«, al parecer la más antigua hablada en la Tierra, y que se mantiene en el norte de España (Pueblo de los vascos).
En su libro «La Bibele» que significa «El camino de los Bele«, Alexander retomó lo que un personaje histórico conocido como «Iezus» escribió a partir del año 10.124 AC. Este «Iezus» nombrado así por los Paios, sería el Dios B, el segundo (Iobe), después de Iobat (el Primero ).
En la Bibele, Alexander Eleazar y uno de sus hijos, terminan por contar cómo habría sido el proceso de origen de los humanos blancos en el globo Edén.
También hay referencias de esta historia en el libro Leendanik (Desde el Principio) del autor Alman, quien fuera uno de los alumnos de A.Eleazar.
La raza del globo Edén
Desde los poderosos rayos del Sol que llegan como ondas hasta el agua, o los charcos de la tierra, se transmite información y energía tan importante como los pensamientos de una entidad inteligente que propicia la creación.
Estos pensamientos tocan, golpean o impactan el agua o hidrógeno en la charca, fomentando la formación de células orgánicas que conservan la información genética recibida para su desarrollo y evolución.
Estas criaturas primitivas no son otras que las plantas o la vegetación. Los llamados globos o planetas contenían estos procesos de formación y fotosíntesis que llenaban los bosques de árboles grandes y de plantas más pequeñas, con sus hojas, frutos y con sus flores de diversos colores.
A.Eleazar refirió que al pie de los grandes árboles, vivían los pequeños hongos con sus grandes cabezas redondas, replicando la esfericidad del Sol-Padre.
Señaló que según las diversas condiciones atmosféricas de los globos (planetas), las humanidades presentaban diversas características distintivas, en materia física y su intelectualidad.
En la Bibele, A. Eleazar relató cómo fue el caso específico del surgimiento de la humanidad blanca en el globo llamado Edén.
En sus textos señaló que progresivamente la inteligencia impregnaba a esas plantas: los hongos, y permitió que éstos fueran adquiriendo cualidades como desarrollar el tronco, ramas y raíces.
En función del deseo y la voluntad de estas plantas con vida, se fueron produciendo relaciones y compatibilidad con otras plantas, por lo que la entidad inteligente, se podría decir, fue tomando decisiones de evolucionar en sus estados y pasando a árboles más grandes.
Ya sea ocupando al «morir» plantas recién nacidas o estableciendo «casamientos» con otras plantas «más débiles» o con características de recepción, por lo que estas últimas fueron catalogadas como las «hembras«.
De manera que la entidad que «entraba» en otra, se denominó «macho«, y se supone llevaba cargas de mayor experiencia y protección para la planta receptora.
A. Eleazar indicó que de hecho, todas las transformaciones en el mundo vegetal eran posible por la comunicación existente entre las plantas y la forma en que iban solucionando las adversidades que tenían, y cómo mejorar sus formas de supervivencia.
La proliferación de las hojas, frutos y semillas, y la necesidad de abarcar o conocer nuevos territorios. La transmisión de mensajes relacionados con la felicidad que sentían con los rayos del sol en el día, y de lo frío que podría resultar la noche cuando solo compartían con la Madre-Agua.
No obstante, aún cuando había pensamientos de felicidad, también hubo confrontaciones entre las plantas por estas maneras de relación de los géneros masculino y femenino.
Por lo que se establecía que la entidad que resistía era el macho, y la que aceptaba la intromisión era la hembra. De manera, que también había interacciones según la naturaleza fuerte o débil de la planta.
Bajos estos mismos procesos de evolución, A. Elezar escribió que una vez que la planta lograba desarrollar las ramas superiores o patas de su estructura y lograba afianzarla sobre una roca u otra planta, se podría decir que dejaba de ser planta para convertirse en un «animal».
Entre más usaba sus patas, éstas se vigorizaban y adquirían más fuerza, surgiendo la fortaleza de las llamadas patas traseras, con lo cual logró darle equilibrio a su peso corporal.
A.Eleazar dijo que de igual forma, progresivamente estas plantas-animales fueron desarrollando órganos como la vista, un sistema digestivo y de excreción, así como formas de caminar. De igual forma, uñas, boca o trompa, dientes, cola y pelos. Los ojos eran inicialmente salidos de sus órbitas. Se alimentaban de frutos de otros árboles.
«El huevo humano»
La especie mixta (macho-hembra) contenida inicialmente en un solo ser, logró crear «un huevo» como forma de reproducción, que se habría conocido luego como «el huevo humano«, el cual generaba otro «animal» igual a su progenitor, pero con un solo sexo, ya sea hembra o macho.
Señaló el autor que este proceso lo lograba la inteligencia animal macho, cuya parte femenina estaba adentro de su cuerpo, de forma latente.
El nuevo «fruto» o ser: si portaba una especie de pistilo en sus patas traseras se decía era «macho»; y era hembra si no lo tenía, pero mostraba entre las piernas una especie de «flor».
El nuevo ser buscó de alimentarse de los jugos blancos de su madre, apareciendo dos senos en la progenitora. Dos: uno por la voluntad del padre y otro por la voluntad de la madre.
A. Eleazar refirió que la sangre de color rojo provino de los rayos del Sol. «El sol se veía blanco, pero cuando tocaba los cuerpos de la tierra, inmóviles o móviles los quemaba con llamas rojas o los hacía hervir con sangre roja«.
El corazón se habría formado posteriormente, tardando milenios en formarse. El autor dijo que este ser humano era rojo por dentro y con piel blanca por fuera.
De los gritos a las vocales…
La nueva criatura o humanoide también desarrolló el arte de emitir gritos, según ya sea de dolor, por ataques o por amor. Habría sido en este momento, en que los humanoides pasaron a llamarse Hombre y Mujer.
A. Eleazar explicó que a este nivel, en el globo ya habían gusanos y peces, así como cocodrilos y tipos de batracios. Por ello, el hombre ya podía comer peces y defender a sus hijos de los cocodrilos, tirándole piedras.
El autor dijo que otras plantas tuvieron procesos parecidos, pero no surgió la semilla como la del Hombre, sino que salieron animales tipo insectos, los cuales permanecieron cerca de las plantas.
El ser tipo Hombre poseía cinco dedos en cada mano y cinco dedos en cada pie. Se cubría con hojas o plantas como vestidura. También aprendieron a tejer en cruz las ramillas de las plantas para formar faldas y tapices y dormir en ellos.
Señaló que estos hombres en Edén, tenían una estatura un poco menos de tres metros de altura y unos 200 kilos de peso.
Entre las primeras letras que pronunciaron estuvo la i, que se pronunciaba ih, ib, un grito lanzado por los machos al cubrir a las hembras. Esta letra pasó a representar posteriormente el símbolo del macho.
La segunda letra fue la O, que se formaba al colocar la boca en esa forma, que equivalía a Oh, expresando algo que es una maravilla.
El tercer sonido fue el Ah que expresaba cansancio y sueño, por lo que al acostarse esta letra quedó expresando horizontalidad y suelo.
La letra U apareció como una variante de la O, pronunciada de forma más aguda y expresando más algo como feo, peligroso o malestar.
La letra E apareció como forma de lamento femenino, por lo que es un vocablo de la hembra.
Posteriormente se fueron mezclando estas vocales, quedando la O para significar una fuente de Agua. La Oh para significar tener sed, o algo que era bonito.
El Ur también representaba agua. Ir o Ar significaba «joder», por eso la R fue la primera consonante pronunciada y relacionada con la palabra joder.
IS significaba «Soy el macho» y si descansaba horizontalmente significaba IZ, por lo que este último término pasó a significar estar muerto. IZA si el muerto estaba extendido en el suelo.
AN representaba un término de posesión. Así quedaba IZ-AN significando «el macho mio descansa sobre la tierra...» (frase usada generalmente por las hembras que lloraban por la muerte de su compañero).
El OS pasó a significar nosotros, nuestro…
A / AS= tierra mia; AR (tierra que yo poseo o jodo, tierra nuestra)
ES= la compañera que exclama los Eh, la hembra que exclama…
La expresión BE, fue tomada de los niños nacidos que decían Be, Be…por lo que se les denominó BEBE…