segundo equinoccio, paz, abundancia, otoño, primavera, Reinaldo Dos Santos
En septiembre sucede el segundo equinoccio del año, lo que marca el cambio de frecuencia y la venida del Sol en Libra, tiempo para la habilidad, examinar la paz, la concordia y la belleza.
El equinoccio marca el acceso del otoño en el hemisferio norte,(la dirección de los sueños y las visiones) y el primer día de la primavera en el hemisferio sur. Sucede cuando el Sol se halla claramente sobre el ecuador y el día y la noche son casi iguales en todo el mundo. Los crepúsculos y los mañanas son más rápidos en/o alrededor de los equinoccios, y por el contrario son más pausados en los solsticios, libremente de si se vive en el hemisferio norte o sur.
En el hemisferio norte, el equinoccio de otoño es el periodo del año cuando la Luna, que ha estado persiguiendo al Sol por seis meses desde la primavera o el equinoccio vernal, por fin actualmente emprende a ganar distancia del Sol y regir los cielos para el próximo medio año.(viceversa para el hemisferio sur).
Para la metodología, esta es una danza celestial de seguimiento cíclico entre el Sol y la Luna; entre la oscuridad y la luz; entre lo femenino y lo masculino; entre la plata y del oro. Por lo tanto, simbólicamente, este baile de períodos entre el Sol y la Luna nos conmemora que hay un tiempo para la actividad y un tiempo para el descanso; un tiempo para la unión y un tiempo para el análisis; un tiempo para esforzarse y un tiempo para relajarse. Para la astrología occidental los dos solsticios y dos equinoccios son las bisagras del año, los puntos cardinales de la brújula celeste que nos estimulan a ir más allá de nuestros propios conceptos y enfoques.
Ideología china sobre las estaciones
Para los orientales, la naturaleza es algo más que el ciclo de las estaciones, es algo que reside dentro y cerca de nosotros en todas las cosas.
Hoy sabemos que es parte de la cultura china conservar y acrecentar la sabiduría antigua, y que a pesar de que la forma occidental de pensar anima los progreses en cosas como la tecnología y la economía, la perspicacia de los ciclos naturales en China sigue estando mucho más profundo que en el mundo occidental. Posteriormente de todo, esta civilización oriental prosperó durante 15 siglos antes de que el Imperio Romano existiera.
Los cinco elementos
Los ciclos básicos de la naturaleza, tal como la dedujeron los antiguos chinos, son sencillamente perceptibles en la actualidad por el occidente porque reconocen a lo que vemos. Todos notamos el hecho de que las sucesos surgen y empiezan a progresar (primavera), se rebosan de magnificencia (verano), se terminan (finales de verano), inician a secarse hasta realizarlo por consumado (otoño) y reposan (invierno), para prontamente empezar de nuevo.
Estas cinco temporadas, cinco “elementos” o cinco “fases”, contienen una intuición inseparable de que el ciclo perpetúa incesantemente: a cada período de reposo, o de invierno, le sigue un nuevo desarrollo, o la primavera. Con cada una de ellas los chinos efectúan compañías con cosas determinadas como los colores, los sonidos, los órganos del cuerpo; elementos esenciales como el agua, el fuego o el metal y animales reales o mitológicos.
A su vez, así como el verano está coligado con la alegría, el otoño se relaciona con el valor y la tristeza, emociones originarias que confiesan a los cambios que se están causando en la naturaleza.
La órbita de la Tierra cerca del Sol y la corriente de su eje se ajustan para trasladar al hemisferio norte más lejos, dificultándole así acoger los rayos del Sol concisamente, por lo cual es natural que los días estén cada vez más cortos e incite que las plantas y los árboles finalicen su ciclo de ampliación.
Eso es parte de lo que la filosofía china de los cinco elementos trata de transferir: la tristeza es parte de la temporada de otoño y no es una emoción que corresponde evitarse a toda costa, es sencillamente parte de la naturaleza.
Fuente Reinaldo Dos Santos
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