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Los niños personifican el chi «yang puro». Su comportamiento, sus reacciones y el modo como se visten son señales que nos hablan de las características de la energía de cualquier espacio. Se dice que los niños menores de nueve años reflejan el lado bueno y el malo de la energía que domina cualquier hogar. La naturaleza se sirve de ellos para comunicarse con nosotros, así que debes estar atento a su comportamiento si de pronto aparecen a la hora exacta en la que estás realizando un estudio de feng shui y percibiendo el chi. Observa lo que hacen los niños. Si están jugando, observa de qué juego se trata. ¿Son juegos estables o inestables? ¿Están leyendo plácidamente? ¿Están construyendo algo? ¿Sugiere algo relacionado con lo que estás haciendo? Por ejemplo, si tú te dedicas al comercio, todo lo que hagan ellos en relación con construir, cultivar o comer sería una buena señal. Si te ofrecen algo -dulces, monedas o papel- también es una señal excelente.
Fíjate también en su estado de ánimo. ¿Están contentos, riendo? ¿Están tristes o inquietos? Un niño feliz siempre sugiera un buen feng shui, mientras que un preocupante estallido de ira o de lágrimas sugiere que podría haber lagunas de energía negativa y que es necesario limpiar el espacio antes de poder alterar el feng shui. Cuando el niño exige irse a casa, es casi seguro que hay algo negativo en la energía. Observa la ropa que llevan. ¿Es demasiado ajustada o demasiado floja? ¿Parece cómoda? ¿Los colores están en armonía con su hogar? Los niños que visten de blanco, verde, amarillo, rojo o azul vivo atraen las vibraciones yang de las cuatro direcciones. Vestidos de negro, significa un yang confinado en yin, y es una señal muy mala.
Mira las fotos o cuadros de niños de la casa. Pocas cosas son tan favorables como un niño pequeño sonriendo o con aspecto feliz. Las imágenes así exudan energía yang pura, que es favorable, mientras que las imágenes que sugieren niños en estado de inquietud, dolor o angustia deben evitarse.
Fuente Estampas
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