seres galácticos, evolución
Plutón, embajador de la galaxia, y el Nodo Norte de la Luna, señalan que el camino de la humanidad se está desarrollando con un impulso más allá de la frontera del ego, en una búsqueda directa de los tesoros del alma.
Para los antiguos mayas, sabios del cielo, observantes de los astros, quienes reverenciaban al Sol como un símbolo de espiritualidad, no sólo existía este astro del sistema solar como único luminar, fuente de calor y vida, sino que también existía un sol aún mayor, ubicado en el centro mismo de la galaxia, denominado Sol Central o Hunab Ku.
Según los estudiosos, este Sol Central no sólo irradia luz y calor, sino que supone una fuente de conciencia, es decir, de evolución espiritual y expansión para el alma humana. Las profecías mayas señalan que por años la humanidad ha estado alejada de ese Sol Central, pues la Tierra ha estado máximamente alejada de esta fuente. Este período es lo que los mayas denominaron la oscuridad de la noche, es decir, el momento más oscuro y de menor conciencia para la humanidad, sumida en la noche de la ignorancia, del miedo, del control, de la ira y por supuesto del ego.
Nuestra astrología occidental, tradicionalmente referida a los planetas del sistema solar, cuya frontera estaba representada por Plutón, hoy por hoy se ha abierto a una realidad extra solar. ¿Qué significa esto? Que los planetas (Marte, Sol, Venus, Luna, etc.) representaban tradicionalmente arquetipos de la psique humana en su recorrido mundano, es decir, simbolizaban posibles caminos propios de la vida encarnada. Sin embargo Plutón junto a Neptuno y Urano (los últimos planetas del sistema), ya daban cuenta de una conciencia más allá de lo personal, es decir, una conciencia transpersonal que nos pone en contacto con una realidad superior.
El año 2006, la asamblea de la Unión Astronómica Internacional (la IAU), decidió desterrar a Plutón, el embajador de la galaxia, del sistema solar. De este modo, Plutón pasó de ser un planeta solar a un exoplaneta, un planeta enano o específicamente un plutoide. ¿Qué significó esto para la astrología? En términos de estatus, nada realmente, ya que Plutón sigue considerándose un factor fundamental que simboliza el potencial de transformación del ser humano.
Fue así entonces que nuestra astrología, eminentemente solar, se abrió de manera inusitada a una mirada extra solar. Así, sin saberlo, este exilio científico supuso una tremenda oportunidad astrológica, puesto que generó una real expansión de la conciencia. Ahora sí, con propiedad, podemos denominar a Plutón como un embajador del misterio, de una galaxia infinita, en constante expansión.
Así como Plutón se convirtió en un referente extra solar quizás más poderoso que antes, el Sol Central es tal vez el referente más poderoso de esta expansión hacia la vastedad de la galaxia, pues simboliza el pulso mismo, el latido constante de este Universo infinito. En este momento la Tierra está aproximándose al Sol Central, preparándose para el amanecer del nuevo día, lo que se ha relacionada con la mítica fecha maya del 21 de diciembre del 2012. En términos astrológicos, sólo he escuchado a Gonzalo Pérez señalar que el Sol Central se ubica en el grado 28 del signo de Sagitario, generando un aspecto planetario con Plutón.
¿Qué supone este movimiento para la humanidad? Pues, nada menos que la posibilidad de aprovechar esa energía radiante como un portal hacia el cambio de conciencia que nos conecte con la plenitud, con la felicidad genuina del alma que no tiene que ver con dependencias materiales o emocionales de ninguna índole, sino con la libertad de ser seres humanos creativos, abundantes, en definitiva, conscientes y conectados con la Fuente.
El camino de los nodos lunares
Así como Plutón es un factor trascendental en el lenguaje astrológico, ya ubicado en un telón de fondo extrasolar, desde la mirada de la Astrología Kármica, existe un elemento muy importante en el cálculo de cartas natales, denominado Nodos Lunares, esto es, la intersección de la órbita de la Luna con la órbita de la Tierra. Los nodos lunares se dividen, según el punto de esta intersección en dos ejes: el Nodo Norte y el Nodo Sur, antiguamente llamados Cabeza y Cola de Dragón, respectivamente.
La interpretación que se hace de estos puntos indica que el emplazamiento del Nodo Sur en nuestra carta se refiere a ciertas tendencias atávicas e inconscientes a las cuales todo individuo tiende (de ahí que la astrología kármica relacione este nodo con pautas de vidas pasadas). De este modo, si una persona tiene su Nodo Sur en el signo de Libra y en la Casa Siete, es probable que la manera de vivirse las relaciones traiga aparejado un aprendizaje referido a la excesiva complacencia frente a la pareja, con tendencia a postergar su propio bienestar en pos de satisfacer las necesidades del otro. Esta tendencia, que de manera equilibrada, pudiese constituir una virtud, cuando se trata de nuestro Nodo Sur nos advierte: “Cuidado, esta es una tendencia recurrente en tu vida, la que hay que iluminar con mucha conciencia para que no se dispare de manera desproporcionada”. Además, el Nodo Sur suele considerarse un punto de involución para el alma humana, de retroceso, mientras que el Norte se considera un lugar de expansión, de crecimiento, relacionado con la misión del individuo.
De este modo, podemos suponer que el Nodo Norte representa el sendero adecuado a recorrer, en el cual debemos apoyarnos, afirmarnos, para poder evolucionar en nuestro viaje. Siguiendo el ejemplo anterior, si una persona tiene el Nodo Norte en la Casa Siete y en el signo de Libra, podemos suponer que su mayor crecimiento viene de la mano de las relaciones, del encuentro con el tú, de detenerse en el deseo del otro, de adivinar su necesidad y por supuesto de satisfacerla. El panorama completo estaría dado por una tendencia atávica (Nodo Sur) a ser todo lo contrario: independiente, egoísta, anteponer su propio deseo sin detenerse en la necesidad del otro.
Pero, esta mirada polar del fenómeno de los nodos, un lado bueno y un lado malo, un camino correcto y otro incorrecto, no es tan así. Desde luego, desde la mirada del ego hay una y sólo una opción que constituye el camino correcto, mientras que el otro camino conduce hacia el lugar indeseado. Sin embargo, desde una mirada “mandálica”, global y sagrada, como la que la astrología nos ofrece, donde todo resuena con el todo y las etiquetas de “bueno” y “malo” son irrelevantes, el espacio de los nodos lunares se retroalimenta constantemente… Y si bien es importante en cierto momento abandonar la inercia que ejerce el Nnodo Sur y dedicarse conscientemente a despertar las tareas del Nodo Norte, una vez que ya he expandido mi conciencia, puedo viajar creativamente de un polo a otro, pues no constituyen más que dos extremos de una misma energía. Y así, si mi tendencia natural es la independencia, el egoísmo, el ponerme por encima de los demás, deberé necesariamente conocer el otro lado y una vez que me detenga genuinamente en el otro, escuche su necesidad, la satisfaga y sea capaz de ir más allá de mi propio ombligo, entonces sólo recién podré regresar a mí e iniciar esta danza nodal.
Como todo planeta, independientemente de que éste tenga su ubicación específica en nuestra carta, su movimiento por el cielo es constante y refiere a nuevos desafíos individuales. Del mismo modo, independientemente de la posición natal de nuestros nodos, estos siguen generando su recorrido por el zodíaco.
En enero de este año 2011, el nodo norte transitaba por los últimos grados de Sagitario y, según el astrólogo Gonzalo Pérez, estaba generando una alineación directa con el Sol Central de la galaxia. De alguna manera, la misión evolutiva de la humanidad se relaciona con un movimiento de ampliación de la conciencia propiamente “sagitariano” (elevación, búsqueda del sentido, vastedad, nuevos horizontes), y el solo contacto de un factor lunar con un elemento extra solar, supone que nuestro crecimiento ya no está sólo referido al sistema solar, sino a la galaxia entera, y es que en realidad somos seres galácticos.
Últimamente el Nodo Norte ha transitado hacia los primeros grados de Capricornio, produciendo una conjunción con Plutón (ubicado a seis grados del mismo signo) y desde luego con el Sol Central, lo que supone una inequívoca llamada a la transformación individual de la conciencia, a iniciar de una vez por todas nuestro proyecto alquímico de muerte y renacimiento. Al parecer, era necesario, elevar la mirada en Sagitario y descubrir nuestro verdadero sentido para que ahora, entendiendo que somos seres galácticos, nos decidamos a derribar estructuras obsoletas y emprender el retorno hacia lo esencial de cada uno.
Fuente Guioteca
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